Primer premio

SIN TÍTULO

Por Diego Hernández

El muy viejo alemán subió los peldaños con dificultad. El camarero pelirrojo lo vio entrar y dejó una sonrisa a medias. La intensa palidez y la poca carne, le preocupó. Solo hacía un año de su última visita pero la ausencia aparentaba abarcar diez. Se saludaron sin hablar. El camarero lo condujo junto al ventanal que miraba al Barlovento palmero. Sólo el entrante, dijo el alemán. El camarero asintió. El comensal aspiró el vapor del humeante escaldón de gofio con cilantro. Al acabar, dejó reposar su cabeza sobre el cristal y la mirada sin vida puesta en el valle. Sonreía.

 

Segundo premio

SIN PALABRAS

Por Gotzon Cañada

Dos cabecitas y cuatro ojos blancos rodeados por una piel oscura, aparecen al otro lado de la mesa donde me dispongo a cenar un plato de arroz con verduras.

Nos miramos.

Un leve movimiento de cejas hace que aparezcan dos manos derechas, que cogiendo un poco, bajan y vuelven a subir vacías.

Una ligera inclinación de mi cabeza hacia la izquierda hace que suba una mano con un papel arrugado, donde se vierte lo que queda.

Los cuatro ojos se miran, sonríen.

Desaparecen corriendo en la oscuridad con un paquetito arrugado entre las manos… otros ojos les esperan.

 

Tercer premio

JUAN, EL BICHO

Por Octavio Calero

Juan, El Bicho, es de Fuerteventura. Por las mañanas desayuna, leche de cabra que le trae su primo de Casillas del Ángel, con cuatro cucharadas de gofio molido en el Time y un cacho de queso semicurado de Calcines. La ropa de Juan, El Bicho, huele a marea vacía. Le gusta caminar por los charcos con las manos atrás, curioseando debajo de las piedras y las cuevas frecuentadas por pulpos, aunque ya no los coge. Dice que un día uno le miró fijamente a los ojos mientras le viraba la gorra, y desde entonces, ya no puede matarlos.

 

Y desde aquí, queremos agradecer a todos los que han participado:

LA COLIFLOR Y EL CARACOL

Por Mar Souto

Tras una fuerte tormenta, la coliflor del huerto se desperezaba al sol, cuando sintió bajo su capa carnosa un pequeño caparazón tembloroso. Era un caracol perdido y asustado.

Le invitó a mordisquear sus hojas externas y le explicó orgullosa su objetivo de vida, alimentar al género humano:

– Contengo varias vitaminas, fibras, proteínas, hierro, agua, minerales, ácido fólico y antioxidantes.

El caracol, curioso, quiso indagar sobre sus propiedades vitales, a lo que su nueva y sabia amiga le contó:

– Tu especie dispone de notables beneficios nutritivos: eres rico en hierro y proteínas, pobre en grasas y aportas pocas calorías, como yo.

¿PESCADO O VENENO?

Por Lourdes Calatayud Martín

El profesor que impartía clases de cocina internacional en la escuela de Hostelería, nos relató una anécdota.

Sucedió en el restaurante ” Maxim’s ”  de París. El propietario aleccionaba insistentemente a sus empleados con la frase estrella:

– ¡El cliente siempre tiene la razón!

Una noche llegó un comensal y pidió pescado, ” poisson ” en francés. El ” maître ”, al tomar la comanda, escribió ” poison ”, que significa veneno. El joven y novato camarero al leerlo, se extrañó, pero pensando en su jefe, buscó un frasco, lo vació en un plato y lo sirvió al cliente:

– ” Poison “, señor…

El hombre, malhumorado, le contestó:

– ¡“Poison ” nooooo! ¡ “Poisson “!

MI PASIÓN POR LA GRANADA

Por Lourdes Calatayud Martín

La maestra de Lengua, mi asignatura favorita, nos puso un examen sorpresa. Repartió folios y escribió en la pizarra cinco ejercicios que fui respondiendo fácilmente, hasta que leí el último y me quedé en blanco:

“Nombra y define, al menos, dos palabras homónimas. ”

Quedaban diez minutos para el recreo; pensé en la jugosa granada que tenía y entonces me llegó la inspiración por triplicado:

Granada: fruto del granado, con semillas rojas y muy refrescante.

Granada: ciudad y provincia andaluza

Granada: de mano, pequeña bomba arrojadiza.

Cuando la docente comentó los resultados, me sonrojé como una granada:

– Originales tus homónimos… ¡Sobresaliente!

CANARIAS-PARAÍSO

Por Azucena Duque Guadalupe

Bajó del cuadro de “la última cena”… ojos brillantes. Quería realizar su “auto-homenaje”. Ahorros de más de 2.000 años de historia le darían para gozar las “maravillas culinarias” actuales.
Tomó jet privado. Eligió el lugar de “cumpla sus sueños”: Canarias-paraíso. Traje caro. Buen perfume. Entre dunas y volcanes, restaurante lujoso. Era merecido.
Alfombra roja. Cena de gala. Unión. Maridaje especial. Tomó escaldón y quesos portugueses y canarios con miel de palma. Papas arrugadas con mojo, maffé, cuscús y favas á portuguesa. Heineken, vino de La Geria y viña frontera, bienmesabe y copita de rubicón moscatel… “El paraíso”.

LA VACA AZUL

Por José Luis Asensio Abuja

Hay un local muy curioso: frente al mar, una cala mágica rodeada de paredes de piedra negra, sobre una playa de guijarros.

Allí se degusta un exquisito pescado en todas sus variedades.

Allí he disfrutado comidas agradables con algunas de mis mujeres.

Allí he tomado  vinos de mi preferencia.

Allí. . .  por cierto, ¿dónde está lo curioso?

Pues en medio de la terraza superior hay una vaca, si, en serio, una vaca, de cemento, pintada de azul.

Ya somos buenos amigos aunque esta vaca no dice palabra, pero creo  que me reconoce cuando me ve.

SU RESTAURANTE FAVORITO

Por José Luis Asensio Abuja

Desde siempre le tenían simpatía a aquel restaurante. Ni elegante, ni caro, ni barato. Era sencillamente su restaurante.

Un día primaveral se conocieron en él. Mesas contiguas, ambos solos rumiando sus últimos fracasos amorosos, degustando por casualidad un mero a la plancha con guarnición.

Se miraron casi por  obligación, sonrieron señalando el plato que consumían.

El café ya lo tomaron juntos.

Los siguientes pasos los dieron a los acordes de una famosa marcha de Mendelssohn.

Años después volvieron a tomar mero a la plancha en mesas separadas: seguía siendo su restaurante favorito, pero el amor había terminado.

Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

Por José Luis Asensio Abuja

Sobre la mesa, con inmaculados manteles, una sopera dejaba escapar el aroma inconfundible del Jerez.

A un lado una increíble bandeja de mariscos.

Al otro costado una tabla de quesos y embutidos.

Se negaba a seleccionar porque todo era de calidad.

Un poco más allá un enorme chuletón humeante  expandía su perfume.

El bocinazo de un coche le sacó de su sueño. Se removió entre los periódicos en aquella caja de cartón de un frigorífico, se subió la manta hasta la barbilla e intentó volver a dormir por si podía reanudar el sueño y llegaba a los postres.

LA CAFETERÍA

Por Mª Jesús Montesdeoca Vega

La vi a través del ventanal. Sus ojos eran de mirada intensa. Se comía un pastel, era esponjoso, bañado en miel de palma con un ligero toque de canela. Pinceladas de espuma de naranja lo adornaban. El velo que la cubría  resbaló hasta caer al suelo. Sus labios se entreabrieron para saborear una vez más  su manjar y nuestras miradas se cruzaron.

El sol daba sus últimos rayos  en el toldo rojo, las letras doradas de su nombre, Isla de Sal, brillaban con intensidad. Levanté la mirada del pastel que tenía delante. Esperaba que ella volviera.

No volvió.

MALDITO SUEÑO

Por Ivan Zebenzuy Ravelo Garcia

Todo salió maravilloso, cerré el contrato que hará mi vida más fácil, el restaurante elegido para tal ocasión, superó las expectativas con creces, les llamaré para agradecer el trato y sobre todo el suculento plato de papas con costillas que tanto les ha gustado a los inversores Alemanes. Quizás no debí brindar tanto, ahora conduzco hacia casa y me encuentro un control de tráfico, no entiendo por qué no escucho al agente con un sonido que emite la radio del coche y por mucho que bajo el sonido no se apaga, para terminar dándome cuenta, de que era mi despertador.

¡BENDITO ESCALDÓN!

Por Sonia Rodríguez Santiago

Nuestro viaje a Fuerteventura culminaría en el Faro de Jandía. Nos habían recomendado un restaurante famoso por su caldo de pescado y su aún mejor, escaldón de gofio.

Una carretera tortuosa y llena de baches nos separaba de nuestro destino.

Mis tripas lo estaban pasando realmente mal con tanto meneo y las náuseas no se hicieron esperar.

Mis deseos por aquel suculento almuerzo, pronto se desvanecieron. Tenía claro que no iba a probar bocado hasta que…

…el caldero llegó a nuestra mesa, acompañado de un riquísimo escaldón al que no pude resistirme.

SIN TÍTULO

Por Romina Jeannette García Armas

“-¿Está ocupado?

-No

-¿Puedo sentarme?

-Sí, por supuesto.

Me sonreí al comprobar que aún quedan lugares en los que se comparte mesa sin conocerse.

Sólo espero que no te enamoraras; para eso hace falta mucho más: “yo también me dejo el mejor bocado para el final y, vaya adónde viaje, sigo eructando de auténtico placer”.

PIPAS DE GIRASOL

Por Luis González Vives

Amaneció ese día el campo cubierto de un fino y húmedo manto de rocío.

La familia Girasol al completo desayunaba tímidamente, absorbiendo esos nutrientes mágicos del agua, que junto al sol y la tierra, les daba la vida.

Al terminar, el girasol más anciano, inmóvil frente al astro rey, sentenció:

– No olviden nunca el significado de nuestro nombre, Gira Sol, que es lo que nos diferencia del resto de plantas y flores. Por eso las pipas, nuestro fruto seco, aportan más proteínas y menos calorías que el resto, son sabrosas y se obtiene un buen aceite para uso gastronómico.

SIN TÍTULO

Por Gemma Raquel García

Lo suyo no fue un flechazo, fue un bintazo. Ella gomera, él canarión, sentados a la mesa en un restaurante de Playa Santiago, se miraban con cariño y timidez. Habían pasado la noche juntos, bailando. Cuando se despidieron en su portal de madrugada, él la propuso cenar juntos. Apenas se conocían. En unas horas entraba a trabajar y sabía que estaría agotada, pero le dijo que sí. Eran las ocho de la tarde, y allí estaban, dos perfectos desconocidos queriendo conocerse. Pidieron lapas, chocos, y queso asado con miel de palma. Corría una ligera brisa. Él le dejó su chaqueta.

SIN TÍTULO

Por Laura Téllez Rotar

Sus ojos me contaban lo que su mente deseaba callar.

La calidez de su mirada me recordaba aquellos fríos inviernos y nublados que eran bien acompañados por una bebida caliente y unas galletas crudas por una mala receta de internet.

Aun crujían las hojas secas que el otoño había dejado atrás.

Aún recuerdo aquel helado que nos tomábamos todos los veranos a las doce del mediodía.

Aún recuerdo lo que era disfrutar de los pequeños placeres de la vida contigo.

EL CATADOR

Por Inocencio Javier Hernández Pérez

<<La gente debe comer para ser, para existir, para satisfacer el deseo de comer. Clasifica la materia y los sueños para saborear el mundo. Siembra, recoge, mastica, cocina, engulle>>, dijo el viajero. En Canarias, Praia, Sal, Banjul, Dakar, Nuackchot, El Aaiún, Agadir, Marrakech, Casablanca, Madeira, Azores y Lisboa, el viajero probó dulces tormentas que por la boca y los ojos entraban. Quiso reconocerse, perderse en ellas. Ser relámpago edulcorado y trueno ligero de postre. Cocinar abrazos a gesto lento. Ser ese ingrediente que eriza la piel. << ¿Ocio o trabajo?, preguntó el camarero>>. <<Ambas. Soy catador de emociones>>, respondió el viajero.

SIN TITULO

Por Mª Teresa León Rodríguez

Habitación 206. No despertaba.

Era crucial darle motivos para volver.

Mi madre (…siempre tan sabia…) se acercó a la cama, abrió una botella de vino nuevo y la paseó por delante de su nariz… siguieron fiambreras con ropa vieja, carne fiesta, lapas, garbanzas, mojo, tollos…  y repitió la operación una y otra vez… puchero, escaldón, chochos,…

Uno a uno… cada aroma inundaba la habitación y animaba la esperanza…

Y mi padre pudo entonces reconocer su niñez, su abuela, su escuela, sus fiestas, sus amores… su Vida.

Y abrió los ojos…

Y espetó: “… ¿Y la cerveza pa´los chochos?”

SIN TITULO

Por Elisenda Brito

Apuraba mis últimos sorbos de cerveza Heineken sentado en la terraza mientras el sol se perdía en el horizonte.

De repente me di cuenta que había un silencio extraño a mi alrededor y lo más sorprendente, ningún aroma flotaba en el aire.

Siempre he percibido los aromas a comida con intensidad, así como a otras personas los perfumes, a mi cada recuerdo en mi vida se acompaña de olores a salsas, fritos y demás viandas.

Quizás sea debido a que al irte de mi vida también te llevaste mi capacidad olfativa, la que me ayudaba a asociar recuerdos y comidas.

PÓSIT

Por Javier Luis Álvarez Santos

He pasado de puntillas por mi antigua casa, aquí en Lisboa. He mirado por la ventana, pero hoy desde el desamparo de estar fuera. Me he preguntado si mis vecinos se reconciliaron. Si pidieron café al que ahora ocupa mi apartamento. Si ella regresó.

He saludado a la casera para pedirle, que si vienes a buscarme, te deje unas instrucciones.

En un pósit amarillo te dibujé un corazón rojo, el mapa hasta mi hogar. Mi dirección en un verso. Termina con el nombre de la calle, con un: besos, te quiero.

Las llaves, ya sabes, las tienes bajo el florero.

LOCURA DEL OCHO

Por Jesús Cámara Ellacuría

Ocho corderos tiene este cuento y ninguno se encuentra aquí. Ocho destinos para ocho hermanos. Ocho restaurantes serán ahora sus dueños, convirtiendo mis pastos y mis ovejas en ricos asados, brasa u horno, increíbles mollejas o suaves y tiernas lenguas en salsa con un toque de laurel.

¿Sentirá alguno el privilegio de un cuchillo de la famosa guía de las estrellas?, ¿Formará parte de una lenta cocción en un tipo de fuego creativo?

Mis ochos acaban de ser multiplicadas por cientos y cientos de bocas que de una forma u otra son ya parte de mí.

Y LLEGÓ EL DOLOR

Por Jesús Cámara Ellacuría

Vueltas y más vueltas, no hay manera humana de conciliar el sueño en está fría y lluviosa noche de húmedo invierno garafiano.

A quién se le ocurriría meterse entre pecho y espalda esa sangrante y grasienta chuleta de res, pero estaba buena, ¡joder si estaba buena! Y el vino…porqué aquella segunda botella, esa nos remató, pero… ¿qué sería de una cena entre amigos sin ese elixir que suelta la lengua y luego la traba?

Y ahora salto 180 grados buscando otra postura, deseando que ese puntito en el estómago no me amargue más.

Ni mañana.

NOCHE DE DIVINOS EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

Por María José López Ramos

Con prisas hacia el aeropuerto, me habían invitado a una cena de empresa en La Palma.

Durante la cena escuché una conversación, unos comensales hablaban de quedar a las tres de la madrugada para ir a “Los Divinos”. Pregunté, y ante mi curiosidad quedé con ellos para acudir a la cita.

Salimos de la Iglesia de La Luz en silencio total. El grupo de Divinos con sus instrumentos musicales paraba debajo de algunas viviendas para cantar villancicos, finalizaba la pieza, volvía el silencio y continuaba “la procesión” hacia otro inmueble.

Estuve hasta las cinco “persiguiendo” a los Divinos disfrutando una experiencia única. Una tradición sublime.

MUERTE SÚBITA POR AMOR

Por Eva Medina

Nuestra amada suegra, emocionada por el definitivo encuentro familiar que se posponía per secula       seculorum, cocinó con excesivo amor, esa clásica receta de papas arrugadas, que llegaron a la mesa, regadas con un mojo celestial.

¡Qué delicioso sabor! Cada papila gustativa explotaba de placer bocado a bocado y la felicidad, milímetro  a milímetro, de forma imperceptible, elevaba nuestro espíritu más allá de lo imaginable. ¿Qué corazón podía soportar tal estado de éxtasis? Y fue imposible que nos encontraran de otra forma: llamando a las puertas de San Pedro.

SIN TÍTULO

Por Lorena Álvarez Díaz

La primera vez que la vi en una playa de arena negra tuve celos de la marea. El Atlántico la estaba abrazando tornando su piel salada y arrugada; pero, nunca consiguió robar sus besos que seguían siendo dulces como el bienmesabe y, ¡qué bien me sabía ella!  Ya ha pasado el tiempo y aún la recuerdo con sus ojos almendrados, su pelo rojo y su mirar picón y, aún la anhelo cada vez que la veo partir en avión.

RECUERDOS TRAS UN AROMA

Por Elías Calero Martín

Apenas había transcurrido cuarenta años, después de varias canículas de tardíos sirocos y de bonanzas septembrinas que hacían desaparecer el horizonte palmero, cuando las tardes de rojizos crepúsculos se acortaban para dar paso a las frescas noches del recién entrado invierno. Grato recuerdo infantil  en el aire del “barrio de La Canela”  impregnado de matalahúga, azúcar y manteca horneada con leña en la panadería de Rafael. Casita de esquina redondeada frente a la placita del empinado barrio de San Sebastián en Santa Cruz de La Palma. Había comenzado la navidad con la confección de las roscas de pan de manteca.

LA CASA DEL BACALAO

Por José Ignacio Hernández Jorge

Bacalao, bacalao… en esta carta…

Solo hay bacalao, señor: A Casa do Bacalhau, dijo increíblemente empática.

Ah, claro, ja, ja, en qué estaría pensando yo. No iba a ser rape. Podría…

Le recomiendo el à brás. Le gustará.

Llevaba tres previsibles días en Lisboa y dos alucinantes minutos entre pescado. Así que acepté la recomendación, pedí cerveza y al “perdone el atrevimiento…” me señaló el bolsillo de su blusa: María Carbalho.

Me gustó todo. Olores, sabores…

Uy, qué casualidad, dijo, son 23:30 euros, la misma hora de cierre del establecimiento.

LO QUE EL OLVIDO NO SE LLEVÓ

Por Olga Afonso Rodríguez

Malika acompaña a su abuela Fátima al mercado. Ayer la anciana fue sola y se desorientó. Van a comprar ras el hanout para preparar pastela. Al llegar a su casa, la yaya coloca el pollo al fuego y pica las almendras mientras llama mamá a su nieta. A 800 kilómetros, Lola se balancea en su mecedora. Se olvidó de mi rostro y también del de su hija, mi madre. Anoche dejó en remojo las costillas de cerdo y ahora trocea la verdura. Al rato, el aroma y los colores del potaje de berros la dejan ensimismada en sus recuerdos.

LA ÚLTIMA CENA

Por Pedro Padrón Pulido

El postre fue servido junto al mar que se adivinaba tras la niebla, como en un cuadro de Monet. Un confite habría dignificado aún más al bacalao, pero en su lugar se sirvió uno bien frío. La cena, la última. El postre, una bala rusa. “Arzak”, el mafioso amante de la buena mesa, culto y refinado, seguiría siendo adorado en los bajos fondos por la práctica de su lema: ningún oprobio sin castigar, ningún espíritu sin saciar.

SIN TÍTULO

Por Leticia Martín Avero

Cuando escuchó por megafonía decir: – señores pasajeros, en breves momentos comenzará el embarque del vuelo Binter NT203 con destino a Lanzarote”, cerró su libro, cogió su mochila y caminó hacia la puerta 7, hasta que la azafata diese comienzo al embarque.

Cuando traspasó la puerta sitió alivio y tristeza, hacía 12 años que se había ido, y tenía tan claro que según se bajase del avión iría directa al Monumento al Campesino a comerse un gran plato del caldo de millo, y de allí a casa de Lucas, ¿a ver quién se lleva la sorpresa?

SIN TÍTULO

Por Julieta Esteban Rosell

– ¿Qué comes?

– Nada

– Déjame probar…

– No me lo puedo creer…

No era la primera vez, desde luego, que le robaba comida del plato. ¿Por qué no se pedía el suyo propio? “Del tuyo siempre sabe mejor” contestaba sin ser preguntado ¡sonriendo encima! Como leer el periódico juntos: ¿hay algo aun peor?

Pero esa tarde, callejeando Lisboa y merendando los mejores Pastéis de Belém que pudo encontrar, era demasiado. “Ya basta” pensó, a la vez que le agarra la mandíbula con una sola mano, lo inmoviliza y besa. No quería oírle. Debía quererle mucho para soportar otro fantástico viaje con él.

SIN TÍTULO

Por Irene Martín Álvarez

Y ahí estaba ella, tomando el bacalao encebollado de su abuelo mientras observaba la majestuosidad de la ciudad que la vio nacer y a la que tantos años hacía que no retornaba. Años de trabajo lejos de su hogar, de Navidades con amigos temporales que intentaban llenar vacíos y de comida extranjera… ¡ay, Canarias, qué buena gastronomía acompaña la belleza de tus paisajes! Nadie se esperaba que volviera tras diez años, pero ahí estaba. Ningún recuerdo de sufrimientos pasados iba a empañar ese momento. ¿Quién quiere una cámara teniendo la retina para guardar la magia de los recuerdos?

CASTAÑAS CHISPORROTEANDO

Por Marta Boulandier Pérez

Vuelta de tambor sobre pinocha y piñas en llamas, generando desde sus entrañas el fuego que abrasa la piel de esas castañas que en breves momentos serán devoradas ya no por el fuego, sino por unas bocas ansiosas de degustar ese sabor reconocible en cada final de otoño y de nuestras Navidades.

Vuelta de tambor entre risas y vasos llenos de zumo de uva en nuestras manos, últimos cotilleos entre nuestros labios o simplemente algún sesudo diagnóstico de la actualidad más banal, porque banal es todo aquello fuera de ese trance único del chisporroteo de castañas asadas.

SIN TÍTULO

Por Rubén Sánchez Janssen

La bruma baja ya desde la cumbre.

Abuela, me tengo que ir.

¿Tú eres Rubén Darío?

No, abuela, ese era el poeta.

Ah. ¿El Poeta Arolas?

Tú te refieres al barco.

¿Tú sabías que yo vine en barco de Cuba?

Claro, abuela. Nos vemos pronto, ¿vale?

Vale, mi niño, pero la vez próxima tú avísame con tiempo que yo te preparo unas garbanzas y unos rosquetitos de los que te gustan a ti.

Me conformo con unas viejitas guisadas con papas y aceite.

Y entre risas:

¿No me estarás diciendo vieja?

En mi casa no comemos, ¡pero nos reímos más!

SUBIDA A OURIKA

Por María José López Ramos

Habían planeado aquellos pocos días de vacaciones con mucho entusiasmo, necesitaban esa escapada.

La pareja llegó a Marrakech el jueves al mediodía y tenían prevista la visita al Valle de Ourika al día siguiente con un guía local, Abdul.

Lo que no esperaban era que hubiese tal buena sintonía con el guía que fueran invitados a su casa a comer cuscús con verdura. El alimento estaba recién preparado por Fátima, su mujer.

La comida estaba deliciosa, la hospitalidad de la familia bereber fue abrumadora, inolvidable.

Tras el cuscús un té de menta que les supo a gloria.

SIN TÍTULO

Por Jose J. Castro

“Ese recuerdo lo tengo dentro, con tiritar de frío camino a misa de cinco, entre alfalfa mojada de rocío, arrastrado por mi madre. Vuelto mi padre de la guerra, en tiempos de rezos y llantos, no abundaba la comida y la que había se racionaba. En ayunas, como exigía el credo, desairaba al hiriente frío escondido entre mi madre y las otras mujeres, todas de negro, como aquellas eternas madrugadas. Sólo las sopas de pan duro de Doña Carmen, empapadas de caldo humeante y rancios garbanzos, me devolvían la vida. A mis 80 años, aun al comerlas tengo esa sensación.”

LA MAGIA DE LA MEMORIA

Por Romina Bueno Sánchez

Qué extraños los recuerdos… El día a día va pasando sin apenas causar ruido; los momentos se instalan como fotos perfectamente elegidas, y el paso del tiempo pasa desapercibido, como quien deja de sentir el frío cuando va abrigado.

Y de repente, un olor inesperado; una receta entrañablemente conocida, te traslada, en un minuto, a una etapa y lugar determinados.

Eso ocurre con la cocina de mi madre: te transporta, en segundos, por un recorrido de momentos guardados y sabores propios; enlazando el paso del tiempo con una gastronomía con nombre y apellido, imborrables desde el paladar hasta hoy.

CONTRATO TEMPORAL GASTRONÓMICO

Por Miguel Alberdi

Cualquier lugar de las Islas Canarias, cualquier día.

De una parte: Mr. Mojo, Mr. Cherne, Mr. Ropa Vieja y la Srta. Malvasía.

Y de otra parte: Cualquier persona de bien.

ACUERDAN:

Por parte de unos dar placer y disfrute al comensal y hacerle recordar esta jornada para siempre, y por la otra parte intentar renovar este contrato tantas veces como pueda a lo largo de los días.

Como testigos de este acuerdo firman Mr. Bienmesabe y Su Alteza el Príncipe Alberto.

Por supuesto no podían faltar en este acuerdo Don Ron Miel y Don Licor de Plátano.

SEÑA ROSA

Por Fefi Pérez

Seña Rosa, antes de preparar la bechamel para sus croquetas, separa los ingredientes. A ella le saben todas a  pescado, aunque su bechamel puede ser diferente, tanto le echa leche como que le pone cerveza. Seña Rosa viste una bata de casa abotonada con dos bolsillos. El ritual de hacer croquetas se repite a menudo, como si esperara que vinieran a la mesa o con nostalgia, como si viera a su madre cocinando y fuera ella la que iba a esa cocina. Cocina sin reloj y sin horario de comidas.

Seña Rosa aún lo cuenta cuando asoma su magnánima demencia.