Por Rebeca Miranda

Fotografías cedidas por Promoción de Las Palmas de Gran Canaria, Sociedad de Desarrollo de Santa Cruz de Tenerife y Nareme Melián

Si hay una palabra identificativa en cualquier idioma para definir a las Islas Canarias, esta es Carnaval, la Fiesta, en mayúsculas, que el pueblo canario celebra en el mes de febrero en todas las islas del Archipiélago. Una explosión de color, música, imaginación y provocación, que ya en el caso de Santa Cruz de Tenerife fue declarada en 1980 como Fiesta de Interés Turístico Internacional, y que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad, mientras que el Carnaval de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria ha dado el primer paso hacia esta misma distinción al ser declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional el pasado mes de marzo.

Antecedentes

Los orígenes del Carnaval se pierden en las fiestas privadas de la burguesía de siglos anteriores, bailes de máscaras celebrados en domicilios privados en épocas previas a la Cuaresma cristiana, que poco a poco fueron saliendo a la calle para terminar convirtiéndose en una celebración del pueblo llano al que por unos días se le permitía ridiculizar y parodiar a personajes conocidos de mayor o menor envergadura social, política o eclesiástica, como preludio a la abstinencia posterior en la Cuaresma.

Prohibido durante décadas tras la Guerra Civil a pesar de ser una de las celebraciones con más trayectoria a nivel nacional, gracias a tímidas iniciativas populares, a mediados de los años 70 del pasado siglo XX, comenzaron a celebrarse en toda España las Fiestas de Invierno, ya que la palabra Carnaval continuaba siendo tabú, y con el pacto de silencio de los medios de comunicación en general, que acallaban las noticias referentes a las celebraciones para que en Madrid no se supiera y descubrieran la trampa, pudiendo prohibir nuevamente la celebración.

La guardia del Cetro

A lo largo de los últimos treinta años, el Carnaval se ha convertido en uno de los hitos turísticos de las ciudades capitalinas, de hecho es una de las cinco referencias de promoción turística de Las Palmas de Gran Canaria, y su imagen se utiliza en todas las campañas de promoción exterior que se llevan a cabo en cualquier momento del año, siendo el cartel anunciador una de las vías más potentes que se utilizan para dar a conocer temática y fechas de las distintas celebraciones, no solo en las ciudades sino en todos los municipios insulares. En octubre de 2017 y a través de concurso público, el ilustrador Nareme Melián Mahugo se alzó ganador del cartel del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2018, con una alegoría colorista y de reminiscencias claramente afianzadas en la esencia del Carnaval, “La guardia del Cetro”.

Inspirado por la obra del pintor Juan Galarza, el autor del cartel del Carnaval chicharrero trabajó durante meses centrándose inicialmente en una sola figura, el icónico cetro que cada año recoge la nueva Reina del Carnaval y que es el testigo de continuidad del sentimiento carnavalero, puesto que el momento de su entrega es el instante simbólico en que comienza el auténtico Carnaval, el de la calle. En palabras de su autor, “La Guardia del Cetro” es un homenaje al pueblo que se vuelca con su Reina, la portada de un cuento de Carnaval en el que las trece hadas que rodean al cetro representan la temática del próximo Carnaval santacrucero, “La Fantasía”, y homenajean a murgas, comparsas, rondallas y diseñadores de todas las épocas como Corte principal de la futura Reina de la fiesta. “La Guardia del Cetro” es, además, el primer cartel interactivo de la historia, un juego de piezas animadas que aparecen volando y llegando hasta su posición alrededor de la pieza central, el cetro a la espera de ser otorgado y que posibilita que el público pueda participar haciendo sus propias variaciones sobre el mismo. El jurado que eligió la obra de Nareme Melián fue generoso, casi un 25% de los votos emitidos por Internet fueron para “La Guardia del Cetro” que por descontado, ha tenido su polémica como buen cartel anunciador aunque en este caso no fuera por la obra o imaginería en si misma sino por la falta de ortografía resultante de la repercusión que el autor quiso darle a la palabra febrero, escribiéndola en el original con mayúscula igual que el resto de las palabras que aparecían en el centro de la imagen rodeadas por el resto de las imágenes de la alegoría. Y aunque han apuntado que tal vez sea porque la f se ha disfrazado de F, o por lo Fantástica que es la Fiesta del Carnaval, o porque febrero bien podría comenzar a escribirse con mayúscula dada la repercusión internacional de este mes en las islas, lo cierto es que el joven autor está más que satisfecho no solo con el resultado de sus meses de esfuerzo, sino con que haya sido una elección popular de los mismos carnavaleros que han sido quienes han escogido el cartel que más les ha gustado.

Un Carnaval para todos

Porque si por algo se distingue siempre el Carnaval en Santa Cruz de Tenerife es por ser eminentemente callejero. En 2008 se celebró por primera vez el Carnaval de Día en Santa Cruz de Tenerife, una fiesta que inicialmente se gestó para el disfrute de toda la familia en la calle y que llenó el centro de la ciudad de grandes y pequeños disfrazados y disfrutando de una fiesta que hasta entonces estaba concebida para ser celebrada de noche y hasta la madrugada. Hoy por hoy es una de las actividades más consolidadas en la ciudad y se repite en los dos fines de semana principales de las fiestas, la primera el primer domingo, y la segunda el sábado de piñata, como colofón de una diversión que comienza mucho antes. En semanas previas al miércoles de la elección de la Reina adulta, la sucesión de concursos de comparsas adultas e infantiles, agrupaciones lírico-musicales, rondallas, Reina de la Tercera Edad, Reina Infantil, Canción de la Risa y murgas, adultas e infantiles, van calentando el ambiente y animando progresivamente a un público fiel y entregado. Se escoge la canción oficial del Carnaval, se presentan las candidatas a Reina Adulta, y tienen lugar festivales y concursos de disfraces, de carrozas y de coches engalanados en un mes en el que apenas da tiempo a reponerse de las celebraciones navideñas.

El miércoles antes del fin de semana del Carnaval, Santa Cruz de Tenerife elige a su Reina Adulta en una gala que año tras año ha adquirido cada vez más importancia a nivel nacional e internacional. Celebrada en el escenario diseñado acorde a la temática escogida para la fiesta, el reto de cada año es transforma lo que ya todos conocen para que parezca distinto a los años anteriores, tal y como expresa Enrique Camacho, director de la Gala de la Reina Infantil en 2005, y de las galas de Inauguración y de Reina Adulta en 2016, como preludio de la toma del mando general convirtiéndose en el director de las cuatro galas del Carnaval 2017 y de nuevo en 2018, Gala de Inauguración, Gala de la Reina Infantil, Gala de la Reina de la Tercera Edad y Gala de la Reina Adulta. Tradicionalmente, esta Gala es presentada por dos personas conocidas a nivel regional y nacional, personajes del mundo del espectáculo de renombre en las islas y Península, pero para 2018 la dirección del evento dará una vuelta de tuerca apostando por una nueva fórmula que será una de las grandes sorpresas de la gala, ya que en esta ocasión serán tres mujeres quienes la dirijan en todo su desarrollo: Laura Afonso, Eloísa González y Berta Collado, tres grandes y reconocidas profesionales del mundo del espectáculo y de los medios de comunicación de Canarias, uno de los secretos mejor guardados junto con el artista invitado de la noche y las fantasías que lucirán las candidatas.

El equipo de producción y dirección de la gala que dará el pistoletazo de salida al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2018, lleva trabajando desde antes del verano pasado, reuniéndose con las distintas agrupaciones y asociaciones participantes en los actos y dando forma a guiones y puestas en escena. Una labor en la que priman la profesionalidad de sus componentes, el cariño de los grupos involucrados y, por encima de todo, nuevamente en palabras de Enrique Camacho, la responsabilidad que otorga saber el significado de estos actos, ya no solo para Santa Cruz, sino para toda Canarias, un trabajo en equipo que es lo que logra el éxito final y el buen sabor que queda cuando las luces del escenario se apagan y se encienden las de las calles chicharreras.

El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ha encontrado el camino para adaptarse a los nuevos tiempos y a la vez conservar todo el sabor popular y tradicional de antaño, convirtiéndose en una fiesta capaz de reinventarse año tras año adaptándose al paso del tiempo y a las nuevas demandas de ocio de una sociedad cada vez más multicultural y mediatizada. Así, la diversión comienza con un Pregón que es la gala de apertura de las fiestas, al más puro estilo del siglo XV, fecha de la que data la primera mención a un acto similar en lo que a ocio se refiere. La llamada a la diversión que ha evolucionado desde una simple promulgación en voz alta, a un evento en el que destaca el protagonista, escogido por su trayectoria profesional, artística o de dedicación a la ciudad, que es quien tiene la responsabilidad de pronunciar la declaración de exaltación de las fiestas. Durante años, el Pregón se realizaba desde el balcón central de las Casas Consistoriales en la Plaza Mayor de Santa Ana, frente a la Catedral de Canarias, hasta que en 1996 se trasladó al que actualmente es el centro neurálgico del Carnaval de la capital grancanaria, el Parque Santa Catalina, y en 2012 se lanzó por primera vez a través de YouTube.

Desde el siglo XIX, la fiesta se refuerza con la aparición de instituciones que convocan las celebraciones y organizan otros eventos complementarios como las primeras cabalgatas de carrozas y carros alegóricos acompañados por las máscaras, siempre en torno al casco histórico de la ciudad y teniendo como principal punto al Teatro Pérez Galdós, y en el siglo XX, época de la represión y prohibición, los vecinos mantuvieron vivas las Fiestas de Invierno, convocando bailes y concursos de disfraces a los que acudían ocultos bajo sábanas hasta llegar al lugar de la cita clandestina. A partir de 1976 se consiguió la autorización para que el Carnaval volviera a las calles de la ciudad, y se pudo celebrar una cabalgara de disfraces después de cuarenta años de prohibición, se constituyó el primer Patronato del Carnaval y se tomaron las riendas definitivas para la organización de esos primeros años de celebraciones tras la represión.

A lo largo de casi dos décadas, el Carnaval fue apoderándose de la ciudad y exigiendo cada vez un presupuesto mayor, dado que comenzaba a convertirse en una fiesta de gran impacto social y uno de sus principales atractivos turísticos. Así, a los concursos de comparsas y murgas, adultas e infantiles, y galas de Reina Adulta, Infantil y Gran Dama, en 2009 se celebró por primera vez la Gala de la Integración, cuyo objetivo era sumar a la celebración la presencia de personas con discapacidad y su sentimiento carnavalero.

Plataformas y mucho arte

Pero la gran apuesta, sin duda, del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria fue en 1998 cuando se celebró por primera vez la Gala Drag Queen, un espectáculo musical que nació como respuesta a la necesidad de crear un revulsivo a las fiestas, en palabras de Nitram Socram, autor de los libros “Tú has sido mi reina” y “Guía informal y desenfadada de la Gala Drag Queen del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria”. En esa fecha ya se habían celebrado más de veinte galas de Reina Adulta, la protagonista principal de las fiestas, y se decidió introducir algún otro evento que fuera igualmente relevante. De este modo, Paco Medina, el responsable máximo de esta idea y por aquel entonces Presidente Ejecutivo de la Sociedad de Fiestas del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, se sumió en la labor de convencer a los responsables políticos en un proceso largo y trabajoso ya que el proyecto tenía muchos detractores por el escaso conocimiento que se tenía de un espectáculo de esa índole. Cierto es que se conocía algo parecido que se celebraba ya en el sur de Gran Canaria, el denominado “Trasvest Carnatival”, aunque este se trataba de un evento diferente, y la poca confianza volcada en que la idea de Medina fuera atractiva provocó que fuera programada por primera vez para un jueves, dado que los viernes eran los días reservados para los actos mayores. Y la Gala Drag Queen nació en el Parque Santa Catalina como acto menor, el jueves 19 de febrero de 1998, en horario de tarde noche, y con la única presencia de una cadena de televisión local, la única poseedora de las imágenes de aquella noche.

A lo largo de los últimos veinte años, la gala Drag Queen del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se ha consolidado como el evento más original de las fiestas, siendo introducido en otros carnavales, no solo en Canarias sino en el resto de España, por su originalidad y transgresión, la gran vía de la evolución tal y como recalca Rayko Santana, Drag Grimassira Maeva ganador en 2014 y 2016, y candidato en 2018. Y durante estas dos décadas, el evento ha tomado forma año tras año, desde la primera noche en que fue prácticamente un desfile de disfraces, hasta llegar a convertirse en una serie de trailers de escasos tres minutos de un espectáculo que el personaje Drag ha orquestado y que puesto en otro escenario podría llegar a durar más de una hora. Estos personajes van tomando cuerpo de la mano de sus creadores, en su gran mayoría hombres aunque ya hay Drags mujeres, como Drag Noa, Norma Ruíz, y se desarrollan y toman vida propia en un número perfectamente hilado con la música y la coreografía ideadas para salir al escenario.

Los Drag Queen forman parte del imaginario carnavalero grancanario, por méritos propios, y el apoyo del público y la disciplina con la que desarrollan sus personajes, entrenando y ensayando durante meses antes de la gala final, han logrado ganarse el respeto y la tolerancia hacia una forma de vida que se ha ido profesionalizando también con los años, y que ha generado la creación de la Escuela Drag en Las Palmas de Gran Canaria, un proyecto de taller escuela dirigido a los más pequeños para que conozcan y aprendan de primera mano la creación de personajes y su desarrollo.

No exenta de polémica, al fin y al cabo se trata de provocar y romper con lo establecido, en 2017 Drag Sethlas, Borja Casillas resultó ganador del certamen protagonizando un escándalo de repercusión nacional, con una actuación que escenificaba la crucifixión de Cristo y que generó denuncias y críticas de distintos ámbitos, sociales, políticos y religiosos. Pero en palabras de Nitram Socram y de Rayko Santana, este escándalo no va a afectar en ningún momento a la Gala de 2018, ya que ni las bases han cambiado, ni se han puesto trabas como en ocasiones anteriores, como cuando en el año 2000 Drag Andrómeda, Adrián Martel, salió a escena con fuego y a pesar de resultar ganador del concurso el uso del fuego fue prohibido para posteriores ediciones. “Si acaso”, aventura Nitram Socram, “generará expectación por ver si algún Drag repite temática o hace algún número relacionado con la Iglesia”.

Islas carnavaleras

El Carnaval del siglo XXI en Canarias es una celebración diversa y creativa que evoca tradiciones ancestrales, como los Carneros de Tigaday, en la isla de El Hierro, donde cada domingo y martes de Carnaval los más jóvenes se visten con pieles de carnero para asustar a quienes se encuentren por el camino, y las aúna con los Diabletes de Teguise, en Lanzarote, una mezcla de macho cabrío y diablo que persigue por las calles a los más pequeños, los coloridos vehículos artesanales de cuatro ruedas que compiten en la carrera más loca de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, el Coso Apoteosis de San Sebastián de La Gomera, o la parodia a los inmigrantes retornados con nuevas ínfulas y aires de grandeza el Día de Los Indianos, el lunes de Carnaval en Santa Cruz de La Palma, cuyo aspecto más llamativo es el lanzamiento de polvos de talco cubriendo de blanco toda la ciudad.

Es en si mismo una historia de superación de prohibiciones y desconfianzas y una fiesta que se reinventa cada año con la incorporación de actos y eventos a cual más innovador o provocador adaptando las costumbres y los personajes entrañables a los nuevos tiempos y a un público de todas las edades, cada vez mayor, que espera con ansias cada febrero el inicio de la celebración de la diversidad, la tradición y la libertad de expresión en todas sus facetas.