Por David Lorenzo

La producción de cochinilla, como ya vimos en un artículo anterior, tuvo un importante protagonismo de la economía de Canarias durante el siglo XIX. Ésta era vendida por kilos para ser usada como tinte color púrpura en las industrias textiles de Europa. Gracias a ello el precio por el que se vendía era bastante elevado.

En el caso concreto de Lanzarote esto permitió a la isla dar un vuelco a su economía durante unas décadas. El clima de la isla hacía complicado el cultivo de algunos productos (sobre todo de regadío). De manera que el cultivo de la cochinilla (que sale de la tunera, de secano) favorecía a Lanzarote al no necesitar apenas agua.

Tuvo Lanzarote una importante producción de. Tanto es así que se convirtió en la cuarta isla productora. Desde sus puertos partía la cochinilla, especialmente hacia el mercado inglés (los más interesados en este producto a mediados del siglo XIX). El crecimiento de la producción de cochinilla fue progresiva en la isla, al igual que en el resto de Canarias.

Pero no tardó en perderse mercado. A partir de los años 70 el precio de la cochinilla empezó a caer en picado. Los motivos fueron especialmente dos. En primer lugar la aparición de los tintes artificiales magenta y solferina (aparecidos en los 60), que bajaron mucho el precio de venta. También estuvo el problema de la crisis económica de la Gran Depresión, que estaba comenzando a sufrir la industria europea.

Ante la caída de precios se decidió producir más. El número de campos de tuneras se incrementaron bastante. Se quería recuperar el beneficio perdido con la venta de cochinilla cultivando más cochinilla. A pesar de que la idea era buena lo único que hizo fue alargar lo inevitable.

Durante algunos años (mediados de 1870) islas como Lanzarote empezaron a vender en otros mercados. Sobre todo se aprovecharon de Francia, donde la alta costura seguía solicitando tintes de alta calidad. En el caso de la isla de los volcanes se vendía cochinilla fundamentalmente a Marsella. Con el tiempo Londres fue recuperando su importancia.

La caída en picado del mercado canario también afectó directamente al movimiento portuario. En el caso de Lanzarote la caída fue especialmente alta. Se redujo mucho el número de barcos que llegaban al puerto y la cantidad de toneladas que llevaban en sus bodegas.

Ya para 1886 se produce lo inevitable. El mercado inglés acaba con su relación comercial con Lanzarote. Los tintes artificiales habían ganado definitivamente la batalla, por lo que el interés en la compra de la cochinilla casi desapareció por completo.

Se acabó así un importante periodo de repunte económico en la isla de Lanzarote. No se tenía bien claro qué nuevos sectores podían ser productivos para la economía de la isla. De manera que esto aumentó la emigración hacia otras islas y a América (especialmente Venezuela, Uruguay y Brasil).

Para saber más:

  • Martín Hernández, Ulises (1995) “La crisis de la cochinilla en Lanzarote, 1875-1890”. En IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura. Arrecife: Cabildo de Lanzarote; Cabildo de Fuerteventura