Aunque su nombre repele o, al menos, no pasa precisamente inadvertido e invita a saber quién era ese al que así refieren, la playa del Cabrón, en Agüimes, al sureste de Gran Canaria, es digna de ser apuntada en un listado de visitas prolongadas si se está en la Isla un tiempo. De hecho, muchas familias lo hacen y se pasan el día entero en esta cala de unos 300 metros de longitud y fina arena, si bien es más conocida por ser uno de los principales referentes de los submarinistas o de los simples amantes de los fondos marinos que disfrutan de ellos con gafas y tubos.

El sur de Gran Canaria es, sin duda, la gran meca turística de la Isla, pero está salpicada de pequeñas calas o playas cuyas características y ubicación contrastan con la vorágine de hoteles, apartamentos, restaurantes, comercios y dinamismo de los grandes núcleos. Un gran ejemplo es esta playa. Un lugar que, por supuesto, llama ineludiblemente la atención desde que se escucha o lee su nombre, que, por cierto, está en la inmensa mayoría de mapas que se venden en cualquier gasolinera, librería o comercio. Un nombre, sin embargo, que alude a un apellido de un conquistador castellano, Pedro Hernández de Cabrón, que protagonizó un ataque a los guanches cerca de Tunte, zona de la actual localidad de San Bartolomé de Tirajana. Con independencia de que, según las visiones, el apellido mereció o no convertirse en apelativo, lo cierto es que nunca se ha usado De Cabrón y sí Del Cabrón, pero eso es lo de menos: la playa merece de sobra la pena.

El nombre se le da también a la reserva natural en la que se encuadra esta cala de unos 300 metros de longitud, de una media de 27 metros de ancho, de fina arena y aguas cristalinas. Llegar a ella tiene cierta dificultad (mayor para unos, leve para otros) porque se debe dejar el coche lejos. El sitio más cercano es el faro de Arinaga, aunque también se puede aparcar en torno a la montaña de San Francisco, si bien aquí el trayecto es mucho más largo. El hecho de que la cala se ubique entre dos cabos, las llamadas Punta de la Sal y De la Monja, le permite estar más protegida que otras playas cercanas de los fuertes vientos que, por ejemplo, han hecho internacionalmente famoso zonas como Pozo Izquierdo, ubicada relativamente cerca según se baja hacia el sur.

Aunque bien merece una prolongada visita, la del Cabrón es una cala referente para los amantes de los fondos marinos. De hecho, se está a la espera de la declaración oficial de reserva marina por su riqueza biológica y geológica y no son pocos los submarinistas que hacen inmersiones en sus aguas cada día, sino, sobre todo, simples bañistas con gafas y tubos que no paran de nadar con la mirada fija hacia abajo. Según los especialistas, y en contraste con otras muchas zonas de la Isla con mucho menos riqueza, hay en torno a unas 70 especies habituales y otra treintena que se pasan por este lugar en determinados periodos del año. Entre otras, es muy fácil toparse con caballitos de mar, con el pez trompete, el tamboril espinoso, viejas, roncadores, barracudas, meros, sargos, morenas…

Por supuesto, y más con las estadísticas de los últimos años, hay que tener sumo cuidado con el mar en mal estado y las corrientes, si bien es una cala, generalmente y como la mayoría de las del sur, de buenas mareas. El lugar, además, presenta dos hornos de cal que reflejan las necesidades de otros tiempos y diversas construcciones muy cerca o casi en la arena que, si bien crean dudas sobre su conveniencia urbanística, sí que originan cierta y sana envidia por aquellos que pueden disfrutar tan de cerca de este enclave. En suma, demasiados atributos como para no acordarse y tener muy en cuenta un nombre tan marcador.