Por Apóstolos Mitsios

Ilustración por Beatriz Pérez

Cipriano Marín es uno de los mayores expertos mundiales en materia de desarrollo sostenible insular. Con más de treinta años de experiencia en el ámbito de las energías renovables, ha coordinado importantes programas de la UNESCO, entre ellos las iniciativas Starlight, RENFORUS y Biosphere Smart, y ha promovido numerosos proyectos de innovación relacionados con la ecología y el turismo sostenible.

¿Cómo empezó tu interés por las energías renovables?

En torno a 1975, cuando un sector crítico de la sociedad toma conciencia del gran peligro que supone la energía nuclear y comienza a hablarse de las nuevas energías renovables, como la eólica y, posteriormente, la solar. En esa época creamos en Barcelona un grupo que se llamó Energías Libres y lanzamos un primer documento: Energía nuclear no, gracias. Si bien resultaba inconcebible para la gran mayoría en aquel entonces, tras casi cuarenta años las energías renovables han demostrado que son competitivas, fiables y que son el futuro; la prueba es que se están expandiendo a nivel mundial.

¿Cuál es la importancia de las Islas como ejemplos de una posible transición energética?

El Archipiélago debe ser el laboratorio para los mejores proyectos de lugares cien por cien renovables del mundo. Su futuro no puede estar ligado a las energías convencionales por razones obvias: porque los riesgos de dependencia son altísimos, los costes son entre dos y diez veces más altos que en el continente y porque, por lo general, las Islas disponen de recursos abundantes, ya sea en forma de viento, sol o agua, que disminuyen esos riesgos de dependencia energética.

El ejemplo de El Hierro, que con su central hidroeólica ha conseguido ser el primer lugar del mundo autosuficiente en materia de energía eléctrica a partir de fuentes renovables, ¿es extrapolable a otras islas?

El Hierro demuestra que el ingenio y la tecnología actual son suficientes para cubrir nuestras necesidades de forma permanente. Se empieza por lo pequeño para poder abordar lo grande y las Islas permiten testear y probar que realmente la gran transición energética es posible.

¿Cómo puede influir la UNESCO a la hora de difundir la importancia del desarrollo sostenible?

Un ejemplo sería el Programa Hombre y Biosfera (MaB) que designa unos territorios como Reservas de la Biosfera, lugares excepcionales que demuestran que el hombre puede desarrollarse en armonía con el medio ambiente. Mediante esta iniciativa y otras, como el Programa del Patrimonio Mundial, la UNESCO ha querido presentar unos territorios modelo que demuestren que es posible establecer una nueva cultura basada en el desarrollo sostenible, en la justicia, en la equidad y en el conocimiento científico.

Una de las iniciativas más novedosas que has coordinado es el proyecto Starlight que conjuga turismo, ciencia y sostenibilidad. ¿Cómo empezó?

En torno a 2005, en una conversación con el director del Instituto de Astrofísica de Canarias, Francisco Sánchez y con Luis Martínez, de su gabinete, surgió el tema de la contaminación lumínica. El noventa por ciento de los habitantes de las ciudades en los países desarrollados no sabe lo que es la Vía Láctea. Por otro lado, científicos de todo el mundo alertaban de lo mucho que estaba perjudicando la contaminación lumínica a numerosas especies. Comprendimos que la dimensión de la noche no solo peligraba para los astrónomos, sino que representaba una pérdida en cadena de valores importantes para la cultura de la humanidad. De ahí partió la idea de aprovechar la luz de las estrellas para fines turísticos, porque es lo más sostenible que hay: no hace falta ninguna infraestructura porque la ha creado el firmamento, no gasta nada, produce placer y conocimiento.

La Palma ha sido uno de los primeros destinos en recibir la certificación como Destino Turístico Starlight. ¿Qué supone este reconocimiento?

La Palma ha puesto de manifiesto que esta oferta puede convertirse en un atractivo, o bien complementario, o bien específico, que atraiga al turismo. Los turistas huyen del invierno para buscar el sol en Canarias y esto puede aplicarse a los que en un futuro vengan a contemplar el firmamento, debido a la contaminación lumínica y la baja calidad de los cielos en sus países de origen. Sin embargo, debemos ser críticos: el conjunto del Archipiélago sigue produciendo una contaminación lumínica inaceptable, aun teniendo las mejores condiciones del mundo y unos cielos excepcionales y siendo el lugar donde, a través del Instituto de Astrofísica, se creó la primera Ley del Cielo del mundo.