Por Juan José Ramos Melo @JuanjoRamosEco

Cuando el agua de los barrancos llega a la costa conectando el océano con la tierra, un singular ser aprovecha para mudarse de hogar, cambiando completamente de medio: del agua salada del agitado Atlántico a los someros charcos de aguas dulces de nuestros barrancos. Es un ritual que tiene lugar tras las primeras lluvias, una carrera de fondo por llegar a ocupar los mejores charcos donde pasar buena parte de sus largas vidas. Las anguilas desde siempre han fascinado a curiosos y estudiosos, forman parte de nuestra cultura, pero aún conocemos muy poco sobre ellas.

Las anguilas tienen un aspecto similar al de una serpiente de colores oscuros, parecida a las morenas de los charcos litorales, con una larga aleta dorsal que le recorre todo su cuerpo desde la cabeza a la cola. Esta peculiar forma y sus curiosos hábitos muy esquivos y principalmente nocturnos han favorecido la aparición de decenas de cuentos y leyendas sobre ellas.

Su ciclo de vida ha impresionado desde siempre a naturalistas, investigadores y curiosos; al parecer las anguilas son peces muy longevos. Las que todavía habitan en nuestras islas tras alcanzar la madurez, con algo más de diez años de edad e incluso veinte, abandonan los cauces de barrancos para comenzar un largo viaje guiadas por las corrientes del Atlántico, que les llevarán a lo más profundo del mar de los Sargazos frente a la costa de Florida, en la orilla este del continente americano. Es en este lugar donde se reproducirán y nacerán las larvas que darán origen a la siguiente generación de anguilas, que empujadas por la corriente del golfo volverán a las costas de Europa y el oeste de África para remontar ríos, barrancos y canales. Los alevines casi traslúcidos al acercarse a la costa cambian de color, adquiriendo tonalidades oscuras que les permitirán ser más esquivas ante los depredadores, como garzas, garcetas y otras aves acuáticas que se acercan a pescar en las aguas menos profundas.

En un pasado no muy lejano estos enigmáticos peces habitaban en los charcos más profundos de buena parte de los barrancos de las Islas, hoy sin embargo apenas unas pocas sobreviven en los barrancos de los parques rurales de Teno y Anaga en Tenerife, los profundos barrancos de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, el norte de La Palma y de La Gomera.

En muchos lugares de las islas los más ancianos aún recuerdan su presencia, hablando de ellas con anhelo, “Cuando el barranco corría las anguilas remontaban el barranco, llegando hasta el monte” o  “De chico las agarrábamos con hojas de ñamera, para meterlas en los aljibes. Ellas se encargaban de limpiar el fondo, comiendo todo lo que caía dentro”. Es un animal ligado desde siempre al mundo rural, donde fue usada para la limpieza de pozos y aljibes, como alimento tras su correcta preparación en épocas de escasez o como remedio para abandonar el consumo elevado de bebidas alcohólicas tras su ingesta.

Las anguilas forman parte de nuestra cultura tradicional, existiendo festejos donde son un elemento clave de la celebración, como el del Charco en La Aldea de San Nicolás, en Gran Canaria. Tras el lanzamiento de un cohete, centenares de personas se adentran en el charco que marca el límite entre el mar y el barranco, para capturar anguilas con sus manos. Hoy en día ya casi no se capturan anguilas, si no otros peces liberados días antes por la organización del evento.

La sobreexplotación de los acuíferos, la contaminación de la costa por emisarios y vertidos de aguas fecales, la canalización de barrancos y una larga listas de acciones han modificado el lugar donde vivimos y están haciendo que las anguilas desaparezcan. Pero aun no es tarde, una correcta gestión de los espacios naturales protegidos y los recursos hídricos, la valorización y protección real de los ambientes acuáticos de las islas, la restauración y recuperación de humedales costeros y barrancos, son claves para volver a recuperar este antiguo habitante de nuestros barrancos.