Por Salvador Aznar

Si deseas evitar los destinos frecuentados por el turismo de masas, ese que cada vez cuenta con más críticos y detractores, deberías tratar de descubrir nuevas aventuras viajeras que te acerquen de manera más real a la naturaleza, tanto paisajística como humana, de los lugares visitados.

En la isla de Santo Antao, la segunda en extensión y la más occidental del archipiélago de Cabo Verde, encontrarás diferentes entornos en los que disfrutar de esos parajes que aún permanecen puros.

Conviene saber que hasta Santo Antao solo es posible acceder en barco desde el puerto de Mindelo, en la vecina isla de San Vicente, pero está claro que esto forma parte de la aventura.

La isla presenta dos vertientes muy diferenciadas entre si geográficamente hablando: la zona sur con paisajes más áridos y la norte donde proliferan bosques y valles de gran belleza escénica. Si te gusta la aventura, en la isla de Santo Antao tienes todo un mundo por descubrir. Multitud de serpenteantes senderos y caminos adoquinados recorren la isla, convirtiéndola en un escenario ideal para practicar el senderismo.

El municipio de Paul, es uno de los más atractivos enclaves de la isla. Situado en la vertiente norte, la zona muestra una geografía de lo más vertiginosa, con elevadas montañas y profundos valles, plenos de una variada vegetación tropical, que convierten la zona en un paisaje de extraordinaria belleza. Vila das Pombas es el nombre de su capital, un pequeño pueblo de marcado aire colonial situado en la zona de costa. Desde este encantador rincón se asciende hasta las altas montañas a través de un fértil valle conocido como el Valle de Paul.

El Valle goza de un clima cálido y generoso, muy propicio para la agricultura. Los cultivos de café, papayas, mangos, plátanos, junto a todo tipo de verduras y hortalizas, crecen sobre las escalonadas terrazas que cubren las laderas de las montañas aprovechando cada metro cuadrado del terreno.

El cultivo de la caña merece una especial mención, ya que con el jugo que se obtiene al exprimirlas se prepara el grogue, la bebida nacional de Cabo Verde y cabe destacar que la elaborada en los trapiches del Valle está considerada como la mejor de todo el archipiélago. Los trapiches, que es como se denomina el lugar donde se fermenta y destila  este aguardiente, surgen entre las verdes plantaciones, salpicando el valle con sus peculiares construcciones.

Hospedarse en el valle podría ser una buena opción que puedes convertir en realidad gracias a Jose y Belén, una pareja de españoles, que en el año 2005, decidieron establecerse, en lo más profundo del lugar para crear Casa Cavoquinho, un establecimiento construido a 600 metros sobre el nivel del mar, con unas excelentes vistas sobre valle.

El Valle de Paul es un sitio tranquilo en el que la gente vive en buena vecindad y los jóvenes aprovechan los estanques de regadío para bañarse, tal como se hacía en muchos lugares de Canarias, tiempo atrás, antes de que llegaran las piscinas comunitarias. Un lugar donde poder desconectar del mundanal ruido y desde el que podrás organizar  caminatas por los montes colindantes y excursiones hasta las poblaciones cercanas tales como Ribera Grande, antigua capital de la isla o Ponta do Sol, un pequeño pueblo de pescadores en el que podrás disfrutar de unos extraordinarios atardeceres en la terraza de algunos de sus sencillos bares mientras degustas un buen pescado de la zona y una Estrela (cerveza local) bien fría.

Cerca de Ponta do Sol se encuentra Fontainhas, un pequeño caserío que parece suspendido en las escarpadas laderas de las montañas y al que se accede a través de una angosta y complicada carretera, excavada en las rocas.

Atrévete, sal de tu zona de confort y embárcate a la aventura de conocer la isla de Santo Antao disfrutando de sus paradisiacos paisajes y de la amabilidad de sus gentes. Recuerda que la mayoría de las veces el mejor paisaje, es la gente y los caboverdianos son una buena muestra de esta afirmación.