Aranzazu del Castillo Figueruelo

El acoso laboral o mobbing se refiere al conjunto de comportamientos y conductas abusivas que se llevan a cabo en un contexto de trabajo con el objetivo de degradar psicológicamente a un trabajador a través del hostigamiento y la violencia psicológica. Se trata de un problema frecuente, pero difícil de detectar por la variedad de manifestaciones que adopta. A menudo se normaliza y en general, se minimiza el impacto que tiene sobre la víctima. Pero el mobbing no es un inocente conflicto entre compañeros, como tampoco es un comportamiento exclusivo de los directivos de una empresa.

El acoso laboral ocurre cuando uno o varios trabajadores -compañeros, superiores o subordinados- ejercen violencia psicológica de manera sistemática y repetida sobre uno o más individuos por un periodo de tiempo prolongado (más de 6 meses). Esta situación produce un impacto importante en la víctima desde las primeras semanas y acaba generando un gran desgaste a nivel psicológico y minando la autoestima del trabajador.

A corto plazo, la persona que es víctima de acoso laboral puede desarrollar síntomas de ansiedad, depresión, estrés, desmotivación; tener dificultades para concentrarse y rendir adecuadamente; presentar somatizaciones como migraña o dolor de barriga; o tener explosiones de ira descontrolada. A medio-largo plazo, podría llegar a aceptar la situación de acoso como algo normal y ante lo que no puede hacer nada (indefensión) o incluso, sentirse responsable de la misma. El ambiente de trabajo se vuelve hostil y acudir al trabajo cada día acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla.

mobbing

Como decía, el acoso no tiene por qué ser exclusivo de superiores tiranos, en cuyo caso hablaríamos de bossing (del inglés boss) o de mobbing descendente. También puede darse a la inversa –mobbing ascendente-, cuando un trabajador la toma contra alguno de los superiores; o entre compañeros –mobbing horizontal. Las causas son variadas, pero muchas veces lo originan celos, envidias, deseos de poder, miedos, o bien ser una estrategia de la propia organización para deshacerse de un trabajador sin tener que pagarle indemnización por un despido.

¿Cómo sabemos si estamos sufriendo acoso? Los límites entre lo que constituye una orden por parte de un jefe y una situación de acoso pueden resultar difusos. Del mismo modo, los conflictos puntuales entre compañeros no tienen por qué constituir mobbing. La diferencia no reside tanto en lo que se hace o en cómo, sino en la frecuencia, la duración, la intencionalidad y la asimetría de poder.

Los siguientes son solo algunas de las formas en que puede manifiestarse el mobbing:

  • Separación del trabajador del resto de los compañeros o de los directivos. Por ejemplo, retirándole el habla, no permitiendo a los demás que se comuniquen con él, aislándolo físicamente o a través de prohibiciones, etc.
  • Asignación de tareas rutinarias o humillantes, no asignándole ningún trabajo o bien todo lo contrario, sobrecargándolo de tareas difíciles de llevar a cabo o peligrosas.
  • Establecimiento de barreras en la comunicación. Por ejemplo, impidiéndole que se exprese, interrumpiéndolo constantemente, cuestionando sus aportaciones, criticándolo por su rendimiento o por aspectos de su vida personal, etc.
  • Manteniendo los “juegos pesados” o las bromas y ridiculizaciones en el entorno de trabajo. También se considera parte del mobbing la difusión de chismes o rumores.
  • Insultos, amenazas, ofensas verbales, intimidación, trato discriminativo, etc.
  • Acoso sexual a través de gestos y proposiciones de tipo sexual.

Cada una de estas situaciones de manera aislada no deja de ser un hecho común en la vida cotidiana de un trabajador. El problema viene cuando se producen de manera sistemática y prolongada.

¿Qué se puede hacer? Dado que se tiene relativamente poco control sobre lo que hacen los demás lo más adecuado será poner la atención en lo que hace uno mismo o en cómo responde ante la situación.

Lo primero es tomar consciencia e intentar ver la situación desde la distancia lo más objetivamente posible. Frecuentemente la autoestima del trabajador acaba viéndose mermada, de manera que este se cree responsable de lo que le pasa.

Frente a los ataques del acosador hay que procurar no responder con la misma moneda (p.ej. agresividad). En este punto, la comunicación asertiva es muy importante y significa defender los propios derechos, necesidades, deseos y opiniones sin agredir al otro, pero sin asumir tampoco una postura sumisa.

Para manejar las situaciones de tensión, es muy oportuno que el trabajador entrene técnicas para gestionar el estrés y la ansiedad (relajación, respiración, etc.) y que no deje de cultivar su vida personal (familia, ocio, deporte, etc.).

Además de esto, la víctima podría focalizar su energía en mejorar su capacitación profesional a través de cursos o formaciones. Esto le dará tranquilidad para cambiar de trabajo si la situación lo requiere.

Y si la situación se prolonga o intensifica lo más recomendable es ponerse en manos de un asesor, recordando que es muy importante guardar las pruebas que demuestran el acoso (e-mails, grabación de conversaciones, encargos, testigos, etc.). Por último, la víctima haría bien en buscar apoyo en su familia y en las plataformas de afectados de mobbing que haya en su comunidad.