Aranzazu del Castillo Figueruelo

Los turnos de trabajo nocturnos y rotativos son cada vez más frecuentes en organizaciones pertenecientes a diferentes sectores laborales. La competencia feroz y la mercantilización de casi todos los aspectos de la vida han creado una especie de necesidad de disponer de servicios las 24 horas del día.

Numerosos estudios han señalado que las condiciones en las que se desempeña un trabajo influyen en la salud del trabajador. Uno de los factores que afecta es precisamente el horario de trabajo. Las investigaciones concluyen que los trabajos por turnos, especialmente los de turno nocturno y rotativo, afectan a la salud del individuo y a su calidad de vida dentro y fuera del entorno laboral.

Algunos de los problemas asociados a este tipo de turnos son: alteraciones digestivas, trastornos emocionales (ansiedad, estrés, depresión, irritabilidad, etc.), trastornos del sueño (dificultad para conciliar el sueño, para dormir las horas suficientes, somnolencia diurna, etc.) o fatiga crónica. También resultan difíciles de compatibilizar con la vida familiar (horarios, comidas, tareas domésticas, compras, etc.) y social (pareja, amigos, familia, etc.). En consecuencia, pueden llevar al aislamiento y al desánimo generalizado.

Aunque esta forma de trabajo no afecta a todo el mundo por igual (depende de la edad, el estado de salud general, la capacidad de adaptación, etc.), lo cierto es que siempre ejerce un efecto sobre la salud debido a que choca con dos tipos de ritmos: el biológico y el social. Las funciones físicas de nuestro organismo se ajustan en su mayoría a los períodos de luz-oscuridad (ritmo circadiano, de 24 horas). En este sentido, el sistema de turnos rotativo obliga al cuerpo a realizar un esfuerzo constante de adaptación, con el consecuente desgaste y alteraciones. Por otro lado, el grueso de las actividades de la sociedad está organizado durante las horas de luz, haciendo que el trabajador nocturno nade a contracorriente y, en muchas ocasiones, a renuncie a la participación en actividades y eventos sociales.

Uno podría pensar que, después de un tiempo funcionando de esta manera acabará acostumbrándose a sus efectos. No solo no es así, sino que además el organismo suele volverse más intolerante y sensible a los mismos.

            Aunque lo ideal sería que no existieran este tipo de condiciones laborales, la realidad es que, en algunos ámbitos, como la sanidad, son imprescindibles para el buen funcionamiento del sistema. ¿Qué se puede hacer entonces para prevenir las consecuencias negativas sobre la propia salud?

            A nivel organizacional deberían establecerse turnos rotativos y nocturnos solo en caso de que fueran necesarios y siempre consultando a los trabajadores. Una vez establecidos, deberían implementarse medidas que garanticen las mejores condiciones posibles. Pero como esto no siempre está en nuestras manos, es importante que además se tomen medidas a nivel individual.

Llevar un estilo de vida saludable puede funcionar como amortiguador de los efectos perjudiciales de los turnos cambiantes. Se recomienda llevar una alimentación variada y equilibrada, basada principalmente en el consumo de frutas, hortalizas y legumbres y en la ingesta suficiente de líquido. Durante las horas de trabajo es preferible optar por snacks ligeros y fáciles de digerir y evitar el consumo de bebidas excitantes. Una vez terminado el turno es importante descansar los suficiente, y para ello se recomienda cuidar el ambiente en el que se duerme (eliminando ruidos, garantizando la oscuridad, avisando a los familiares para que no interrumpan, apagando los dispositivos electrónicos, etc.) y emplear rituales o técnicas que favorezcan el sueño (un baño de agua caliente, leer un libro, escuchar música relajante, etc.).

El café, el alcohol y los sedantes son sustancias de las que tienden a abusar este tipo de trabajadores. El primero, para mantenerse alerta durante la guardia y los segundos para conciliar el sueño. Deben saber que estos solo son “eficaces” a corto plazo, pero que a la larga generan tolerancia y dependencia, convirtiéndose en un problema adicional.

Por último, es importante que, pese al cansancio, se cuiden los vínculos con la familia y los amigos, así como las actividades de ocio y disfrute. Estos aportarán energía y motivación para afrontar con otro talante el siguiente turno laboral.