Aranzazu del Castillo Figueruelo

El hombre primitivo vivía en sintonía con la naturaleza y en ella buscaba solución a la mayoría de sus problemas, entre otros el dolor y las enfermedades. La utilización de plantas para el alivio o curación de los problemas de salud es tan casi tan antigua como la propia humanidad. Gracias a su capacidad observadora, los primeros pobladores de la tierra rápidamente detectaron las propiedades útiles que algunos vegetales tenían para la alimentación y la curación de dolencias y poco a poco fueron desarrollando estrategias para extraer de ellos su máximo potencial.

Hoy en día, la fitoterapia sigue siendo ampliamente utilizada, especialmente en aquellos problemas para los cuales la medicina no da respuestas fáciles, ni rápidas (p. ej., adelgazamiento, memoria, etc.). Un estudio reciente estima que, en España, 1 de cada 3 personas (32,8%) consume plantas con fines terapéuticos.

Como primer paso para el abordaje de algunos problemas leves o moderados o como tratamiento complementario los beneficios de la fitoterapia son evidentes. Sin embargo, no debe olvidarse que las plantas, con sus principios activos, son verdaderos medicamentos y como tales, también pueden tener efectos adversos secundarios e interaccionar con otros fármacos. Mucha gente confunde “natural” con “sano” e “inocuo”, olvidando que el origen de las medicinas que actualmente se comercializan es precisamente la naturaleza. Además, estos últimos han tenido que pasar por unos rigurosos filtros de calidad antes de su venta, mientras que los primeros tienen vía libre por el mero hecho de llevarse usando desde hace mucho tiempo.

Dentro de esta fuente inagotable de medicamentos, algunos de los más empleados son los siguientes:

  • Árnica. Sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias la hacen ideal para contusiones, hematomas y como antihemorroidal.
  • Castaño de Indias. Se emplea para el tratamiento de las piernas cansadas, las varices y las hemorroides por su capacidad para actuar sobre el sistema circulatorio.
  • Mejora la circulación sanguínea debido a su acción vasodilatadora, su capacidad para estimular el riego cerebral y sus propiedades antioxidantes, que además nos protegen de los radicales libres. Se emplea para combatir mareos y vértigos.
  • Cardo Mariano. Tiene un efecto protector del hígado y se utiliza en casos de hepatitis vírica, problemas por alcoholismo o intoxicaciones.
  • Valeriana y Pasiflora. Frecuentemente empleadas para mejorar la calidad del sueño, tanto solas como en combinación con otros medicamentos. Tienen propiedades ansiolíticas, sedantes y relajantes.
  • Hierba de San Juan. Es una planta medicinal con múltiples propiedades, entre otras, antidepresivas. Su uso ha sido muy discutido desde siempre por las interacciones que tiene con numerosos medicamentos que la hacen altamente tóxica.
  • Debido a sus propiedades estimulantes y afrodisiacas se utiliza para mejorar la resistencia a la fatiga y al estrés, así como para incrementar las defensas naturales del organismo frente a los trastornos físicos y psicológicos.
  • Arándonos rojos. Sus propiedades antisépticas lo convierten en un interesante producto para la prevención de la cistitis y otras infecciones urinarias.
  • Equinácea, mejora la actividad del sistema inmunológico y, por tanto, de las defensas naturales del cuerpo humano.

Esta solo es una pequeña muestra de cómo algunos de los problemas de salud más comunes podrían ser aliviados o mejorados a través del uso de plantas. Recuerda, no obstante, si decides hacer uso de ellas que “verde” no es sinónimo de “saludable” y que algunos de los principios activos de estas plantas podrían tener efectos secundarios e interaccionar con otros medicamentos que estés tomando.