Por Sixto Javier Pérez

Una auténtica maravilla. Así es esta película que no dejará indiferente a nadie por la sencillez y elegancia con la que está contada. Temas como la homofobia, las drogas, el bullying y la soledad son relatados de forma realista, siempre desde el respeto, como pocas veces lo hemos visto.

Basada en una obra de teatro escrita por Tarell Alvin McCarney, la película se desarrolla en un Miami en el que la marginación y la pobreza están presentes.  Chiron, es un niño tímido e inexpresivo que pasa la mayor parte de su tiempo en solitario. Sus miedos e inseguridades le impiden ser como los demás niños. Otros chicos le hacen la vida imposible pues le pegan e insultan constantemente. Su madre, la única familia que tiene, tampoco se lo pone fácil debido a su dura adicción a las drogas.

Aparentemente podría ser la típica película melodramática de la temporada, pero os aseguro que no es así. Nos encontramos ante una película cuyas escenas trasmiten muchas emociones sin necesidad de que los actores anden llorando y gritando todo el tiempo, en esta ocasión los silencios transmiten mucho más que las palabras. Y lo mejor de todo, sus personajes son totalmente redondos, especialmente su protagonista, quien consiguió dejarme en shock.

La historia está dividida en tres tiempos (infancia, adolescencia y adultez) bien diferenciados e interpretados por tres actores distintos, pero todos consiguen que nos creamos que son el mismo personaje. Es impresionante ver como cada actor interpretaba los mismos gestos, la misma forma de caminar, de mirar….Todo. El trabajo de los actores es brutal, pero también quiero felicitar al equipo de casting, pues incluso los rasgos físicos de los tres actores tienen muchos parecidos.  Los personajes son tan reales que he llegado a dudar que fueran ficticios. De los tres actos, el actor que mejor lo hizo fue Ashton Sanders, quien interpreta al Chiron adolescente. Sin duda, es el momento más difícil cuyas situaciones harán que retires la vista de la pantalla.

Barry Jenkins construye la película a partir de un guion magistral. Cada escena tiene su sello personal, su estética muy difícilmente pase desapercibida pues juega con los colores a su antojo de una forma realmente hermosa.  Sin duda, la fotografía es digna de un Oscar pues consigue dotar cada escena de la suficiente tristeza que envelve a su personaje.

¿Quién dijo que La La Land lo tendría fácil? Moonlight cuenta con 8 nominaciones a los Oscar incluidas Mejor Película y Mejor Director, y sumando con Mejor Secundario (Marhershela Ali), Mejor Secundaria (Naomie Harris), Mejor Guión Adaptado (obra del propio Jenkins), Mejor Fotografía (James Laxton) y Mejor Banda Sonora (Nicholas Britell). 

En definitiva, es una película preciosa, sutil, elegante, intimista y realista que  fácilmente puede hacerte emocionar al tiempo que te hace reflexionar. Una película con un corazón enorme.

NOTA: 5 de 5

LO MEJOR: dirección, guion, interpretaciones, fotografía y banda sonora.

LO PEOR: que situaciones así se vivan hoy en día.