Por Teylu Díaz

Escuchando un CD obsequio de un amigo, Gonzalo Ramos, llega a mi memoria cercana la morabeza que tienen los habitantes de esta preciosa isla del archipiélago de Cabo Verde ubicado en el Oceáno Atlántico a 450 Km al oeste de Senegal y a 1.000 Kms al sur de las Islas Canarias. Con ritmos de funaná, kisomba, batuka y el tema Sodade de Cesaria Évora, la más internacional cantautora caboverdiana.

Foto: Zhana Yordanova
Foto: Zhana Yordanova

Luego de 4 años dirigiendo y presentando el programa Hoteles y Gastronomía por TVCanaria, la cadena Hoteles Meliá nos encarga un programa especial en Isla de Sal. Para mi equipo y para mí en particular ha sido un reto ilusionante traspasar las fronteras de Canarias e ir a rodar a un destino internacional. Aprovechando los vuelos directos que ofrece Binter (martes y viernes) con un servicio a bordo excelente y a tan sólo dos horas y media desde Gran Canaria, llegas a un lugar lleno de contrastes. Es como visitar un pueblo de las Islas Canarias hace 30 años. No hay centros comerciales, ni ruidos, ni tráfico.

Al llegar al Aeropuerto Internacional Amilcar Cabral, abonas los 25 euros del visado. No es necesario llevar escudos, la moneda oficial de Cabo Verde. Para visitar Isla de Sal no requiere recibir ningún tipo de vacunas. Sí recomiendo llevar algunas medicinas básicas, porque no es muy fácil localizar farmacias ni centros de salud, más sin viajas con niños. Los grandes hoteles están ubicados en Santa María, un núcleo de población al sur de la isla. Lo más particular de este lugar es el Pontao, un muelle de pescadores, donde, desde muy temprano, salen a faenar en sus rudimentarias embarcaciones. Es un verdadero espectáculo de luz y color.

Foto: Zhana Yordanova
Foto: Zhana Yordanova

A ambos lados del Pontao existen 8 Kms de playa de arena blanca, aguas turquesas y templadas.  Un momento de paz y tranquilidad, donde puedes coincidir con  turistas y personas del lugar. Allí tuve la oportunidad de conversar amistosamente con un grupo de niños que jugaban en la playa. Era por la mañana. Les pregunté por qué no estaban en el colegio. Joao, nuestro guía, me explicó que algunos asisten a clases por la mañana y otros por la tarde.  En este lugar parece no haber lugar para el estrés, el tiempo pasa con pausas y  sin prisas. Puedes aprovechar para hacer algo que no puedes realizar en Canarias, como un paseo a caballo por la orilla de la playa. Es una sensación de libertad absoluta sentir el galopar de estos animales sobre la arena y el agua del mar salpicando a su paso.

Tampoco pueden dejar de probar uno de los platos tradicionales de Cabo Verde, cachupa. Es como un puchero canario con verduras, carnes y un caldo de sabor bastante contundente. Para chuparse los dedos. Los platos elaborados con atún y langosta también son típicos de esta zona.

Foto: Zhana Yordanova
Foto: Zhana Yordanova

Todas las excursiones las puedes contratar desde Canarias con canariasviaja.com.  Mi recomendación es contratar un paseo por toda la isla para visitar Kite Beach, una playa donde se practica el kite surf y windsurf.

Apuntarse a visitar Palmeira, donde está el único puerto de la isla. También es un atractivo turístico Buracona y el Ojo Azul.  Un imprescindible es Las Salinas, construidas en el siglo XIX.

Recomiendo el tratamiento Salinas Relax. Cristiano Boaventura afirmó: “quien reciba este tratamiento su piel rejuvenece 15 años”.

Foto: Zhana Yordanova
Foto: Zhana Yordanova

Por la noche, si quieren sentir el sabor y el ritmo caboverdiano tienen que visitar Calema, una discoteca autóctona, donde te sorprenderás del ritmo que tienen los habitantes de este lugar. Es algo asombroso, contagioso. Ritmos llenos de sensualidad. Lo llevan en la sangre. Es muy difícil tratar de imitar cómo bailan. Como nota curiosa y simpática, la bella lugareña Ivalena Delgado me confesó: “aquí las chicas no tenemos mucho pecho, pero sí mucho trasero para moverlo en los bailes”.  Lejos de ser vulgar, es todo un arte del contoneo de la cintura para abajo.

No pude resistir preguntar a cada persona que entrevistaba si les gustaría  vivir en Canarias o en cualquier otra parte de Europa o del mundo. Otilia Ramos respondió sincera: “aquí somos felices. No tenemos riquezas, todo lo compartimos. Nos gusta la fiesta, cantar y bailar. Nos ayudamos unos a otros”. En resumen, tienen mucha morabeza.