Por David Lorenzo

Fuerteventura no es solo un lugar de sol y playa. Puerto del Rosario, por ejemplo, bien merece una visita. Además de poder hacer un agradable tour por algunos museos (como la Casa-museo de Unamu40no o el ecomuseo La Acogida), iglesias, etc., también podemos disfrutar del ambiente de sus calles. Resulta increíble lo rápido que  esta ciudad portuaria creció hasta convertirse en la capital de la isla. Todavía en el siglo XVIII era descrito como un pequeño puerto en expansión con unas pocas casas. Hoy cuenta casi con 40 mil habitantes.

El nombre que recibía esta zona históricamente era el de Puerto Cabras. No fue elegido por casualidad. La importancia que tenía el pastoreo hasta el siglo XVIII era mayor que la del propio puerto. Hasta el siglo XVII otros caladeros eran más populares para que fondearan los barcos, como es el caso del Tostón, Caleta de Fustes o La Peña, entre otros. Pero las excelentes condiciones que tenía Puerto Cabras hizo que poco a poco se fuera popularizando. A este puerto se unen otros dos en este siglo, Tarajalejo y Gran Tarajal.

Los Molinos, Puerto del Rosario. Vía Wikipedia Commons:
Los Molinos, Puerto del Rosario. Vía Wikipedia Commons: 

El crecimiento se consolida cuando en 1713 es habilitado para la exportación. De esta forma se permite no solo la navegación entre los caladeros de la isla sino también con el resto del archipiélago. Posteriormente, gracias al Reglamento de Libre Comercio de 1778, lograron la exportación a otros puertos de Europa.

A comienzos del siglo XVIII Fuerteventura apenas contaba con defensas que les protegieran ante ataques piratas. A pesar de ello cerca del municipio, en la zona de Caleta de Fuste (municipio de Antigua) se levantó un castillo:

  • Castillo de San Buenaventura. Es popularmente conocido como la fortaleza de Caleta de Fuste. Más bien se trata de una torre o empalizada. Es un edificio de planta circular y con dos alturas levantado en el siglo XVIII. Para acceder a él hay que subir una escalera y cruzar un corto puente levadizo de madera. Se encuentra como a unos 12 kilómetros de Puerto del Rosario y servía como defensa principal de la zona. Aunque puede albergar 5 cañones de calibre medio por lo general contó con dos de hierro.

A pesar del crecimiento de Puerto Cabras durante el siglo XVIII la capital seguía establecida en Betancuria. La ciudad, que recibe el nombre por Jean de Bethencourt, fue desde la conquista la capital política y religiosa de la isla. La Villa histórica y señorial fue perdiendo peso económico y político a partir del siglo XIX en favor de otros municipios de la isla. El más beneficiado fue el Puerto.

El siglo XIX es clave para el desarrollo de Puerto Cabras. La pequeña aldea fue creciendo progresivamente, sobre todo gracias al comercio de la barrilla, que era exportada a Europa para elaborar sosa caustica. Además desde este puerto también se distribuía el trigo sobre todo a las islas occidentales (incluyendo Gran Canaria), donde solía haber escasez de grano. El rápido crecimiento poblacional y económico que se sufre en el ochocientos llevó a que en 1834 Puerto Cabras fuera municipio independiente de Tetir.

Esta autonomía y la posterior carrera por lograr la capitalidad insular no estuvo ajena de conflictos. Como era de esperar la administración de Betancuria va a intentar a toda costa no perder influencia política en la isla. Por otra parte, existieron posteriormente problemas a la hora de determinar las fronteras municipales con Tetir, algo que se extendió hasta finales del siglo XIX.

Una vez lograda la independencia, debido a su crecimiento poblacional y económico, muchos organismos públicos se trasladan al Puerto. Desde este momento y durante 30 años se van a ir localizando en Puerto Cabras todas los organismos administrativos y políticos que hasta ese momento estaban establecidos en Betancuria. Para mediados de 1860 la ciudad ya era la capital de la isla. Esto sin duda no supuso el fin de su crecimiento. El municipio va a ir creciendo a lo largo de los siglos XIX y XX, convirtiéndose en la población más próspera de Fuerteventura.

En ella han habitado algunas personalidades importantes. Uno de los mejores ejemplos es Unamuno. Éste fue desterrado a la isla por Primo de Rivera. Lo que en un principio parecía ser un castigo se convirtió en una bendición para Unamuno. Tanto se sorprendió por los paisajes de la isla que hasta escribió el célebre poema “De Fuerteventura a París”. El lugar donde habitó es hoy una casa-museo en su honor.

Otro caso destacado de personalidades en la isla es el Doctor Tomás Mena y Mesa, que estudió en Cuba, París y Estados Unidos. No se olvidó de su isla y volvió tras terminar sus estudios. Se convirtió en un médico muy apreciado en Fuerteventura por dedicarse a curar a la gente más humilde. Su última gran obra de caridad con la isla y el municipio fue la construcción de un hospital.

No podemos olvidar que en este mismo municipio, en la aldea de La Ampuyenta, nació Fran Andresito, un fraile franciscano que desarrolló una importante actividad en favor de los pobres de Chile durante el siglo XIX. Su labor hace que todavía sea recordado en el país sudamericano y en su isla de origen como un hombre preocupado por los más desfavorecidos.

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Vista aérea, Puerto del Rosario. Foto vía Wikipedia Commons: Hansueli Krapf

Llegando al siglo XX hay importantes cambios. Para 1956 Puerto de Cabras cambia su nombre. Para muchos que recibiera el calificativo de “cabras” sonaba “demasiado vulgar”, por lo que se consideró que era necesario buscar uno nuevo. Finalmente se eligió ponerle el de Puerto del Rosario, en honor a la patrona del municipio, la Virgen del Rosario. Pero esta modificación no convenció a todos. Para unos pocos suponía la pérdida de parte de la historia del Puerto. Hoy todavía muchos sienten nostalgia. Por esta razón han solicitando que la ciudad recupere de nuevo su viejo nombre.

Tras la descolonización del Sáhara en 1975 se incrementó de forma importante la población del Puerto. Con el desarrollismo llega a la isla un crecimiento sin precedentes. El municipio dispara su población y moderniza sus carreteras y construye edificios públicos.

Desde hace años no solo es la capital administrativa de la isla. También la cultural, contando con espacios de arte, bibliotecas, galerías de arte, etc. También hay que incluir el nuevo auditorio insular, que destaca por su aspecto moderno. Igualmente no hay que olvidar que su puerto ha sido adaptado para recoger la cada vez mayor cantidad de cruceros que hacen escala en la isla.

Esta es la historia de otras de las grandes urbes con la que cuenta Canarias. Una ciudad que aunque únicamente cuenta con poco más de 300 años de antigüedad es una de las principales capitales insulares del archipiélago.

Para saber más:

  • Morera Pérez, Marcial (1999) “La toponimia urbana de Puerto del Rosario”. En Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Puerto del Rosario: Cabildo de Fuerteventura, nº 12