Por David Lorenzo 

Hace unas semanas hablamos sobre uno de los principales legados materiales que nos dejaron los ingleses afincados en Canarias: sus cementerios protestantes. Ahora vamos a despejar dudas sobre por qué muchos de ellos se establecieron en las islas. Obviamente fue por cuestiones comerciales, pero ¿desde cuándo  y con qué comerciaban? Estas preguntas y otras más (espero) van a ser respondidas a continuación.

No es ningún secreto que los ingleses fueron solo una de las comunidades extranjeras que llegaron a comerciar con el archipiélago desde la conquista. Aunque hoy en día, a causa del la globalización, una empresa extranjera puede tener relaciones con otro territorio del que no tiene ningún conocimiento antiguamente esto no era así. Las familias comerciales que quisieran hacer negocios con otros territorios, sobre todo si eran otros reinos, se veían obligados a desplazarse e integrarse en la sociedad. En caso de conseguirlo alcanzaban el éxito comercial.

Cuando hablamos de ingleses hacemos referencia aquellos subiditos que forman parte del reino de Inglaterra, dejando fuera a Escocia y a Irlanda (en ese caso estaríamos hablando de Reino Unido). La llegada de ingleses inmediatamente tras la conquista es muy reducida. Aunque tuvieron relaciones comerciales con Canarias apenas servían de intermediarios entre las islas e Inglaterra.  Aún así encontramos algunos personajes importantes, como es el caso de Thomas Nichols. Él logró amasar una importantes fortuna enviando azúcar a Europa a cambio de traer tejidos al archipiélago.

Las cosas cambian y mucho, a partir del siglo XVII. La decadencia del azúcar trajo consigo el auge más que evidente del vino. Los ingleses, rápidamente, se van a interesar por incrementar sus relaciones comerciales con las islas. La principal productora de vino desde un comienzo va a ser Tenerife. Esto hizo que muchos fueran llamados por la riqueza que se genera, sobre todo en la conocida como “isla baja”. Poco a poco los ingleses van a crear sus propias comunidades en las principales islas comerciales del archipiélago. Incluso desde mediados del siglo XVII ya encontramos un cónsul establecido en Canarias.

Pero van a habitar en las islas de forma irregular. Cada vez que habían conflictos entre ambos imperios los ingleses se veían obligados a salir de Canarias y sus bienes eran embargados. Durante el siglo XVII hay varios conflictos entre España y Reino Unido, como el de 1625, 1655, etc. A pesar de estos conflictos muchos comerciantes ingleses vuelve siempre interesados en mantener los grandes beneficios que lograban del vino canario. Poco les importaba que lo perdieran todo cada vez que hubiese un conflicto entre su reino de origen y el español.

A lo largo del siglo XVIII la situación vuelve a ser muy parecida. Conflictos como los de 1713, 1721 o 1763 (entre otros muchos) arruinaban a los comerciantes de origen inglés que no lograban vender sus bienes antes de que las incautara el Estado. Durante las hostilidades huían de territorio bajo dominio español. Una vez acababan las tensiones entre Gran Bretaña y el Imperio Español volvían de nuevo a Canarias y seguían comerciando.

Los beneficios de los grandes hacendados canarios fueron muy importantes. La mayoría de las veces eran estos propietarios quienes vendían el vino a los ingleses que se encargaban de transportarlo hasta su reino natal. Pero el papel inglés fue cada vez más importante. Van a hacer un gran esfuerzo para controlar el proceso de producción en su totalidad. Querían monopolizar todo, desde la recogida de la uva, hasta su fermentación, envase y envío. Además poco a poco van a crear sus propias relaciones comerciales que les permitirá vender vino canario no solo en Inglaterra, sino en zonas de la Península, Francia, Holanda, etc.

Desde finales del siglo XVIII la producción de vino de Canarias orientada al mercado inglés empezó a flaquear. Poco a poco en Reino Unido cambian los gustos. Los vinos del archipiélago, fundamentalmente el malvasía, pasaban a un segundo plano en favor de los de Oporto y Madeira. A pesar de ello la producción continuó, aunque en menor medida. Pero para mediados del siglo XIX la crisis del vino canario ya es total. La plaga de oídio (1852) y de mildiu (1878) acabó con la producción finalmente.

Pero las relaciones de los ingleses con Canarias no acaban aquí. El siglo XIX diversifican sus relaciones comerciales con las islas. Así se crea desde comienzos del ochocientos una importante colonia en Las Palmas de Gran Canaria, llamados por la creciente importancia de su puerto. En este siglo los puertos canarios, sobre todo tras la ley de puertos francos (1852), se convierten en escala obligada de los barcos europeos. No importaba hacia qué dirección del Atlántico iban, ya fuera Europa, África o América. El momento de mayor importancia de esta comunidad en Las Palmas de Gran Canaria se produjo a finales del siglo XIX.

Tampoco hay que olvidar la importancia que tuvo la exportación inglesa de nuevos productos también a finales del siglo XIX. Estamos hablando, principalemente, del plátano y del tomate. La relevancia de ambos productos en el archipiélago, aunque hoy en menor medida, sigue siendo muy alta. Continuan siendo una de las principales producciones agrarias de las islas a pesar de que ha pasado más de un siglo.  Grandes empresas inglesas, como Yeoward, se encargaron durante décadas de enviar la fruta canaria hasta Londres y de ahí extenderla por todo Reino Unido.

Como podemos observar la influencia que han tenido los ingleses (y los británicos en general) en la economía e historia de Canarias es muy grande.

Para saber más:

  • Herrera Piqué, Alfredo (1977) “La colonia inglesa en Gran Canaria: una gran aventura económica en el siglo XIX”. En revista Aguayro. Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, nº 94
  • Fajardo Spínola, Francisco (2013) “Una comunidad mercantil atlántica: los ingleses en las Islas Canarias”. En Anuario de estudios atlánticos. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, nº 59