Por David Lorenzo

Tras la muerte de Cleopatra en el 30 a.C., Cayo Julio César Octaviano (después llamado Augusto) convirtió el reino de Egipto en una provincia romana más. Esto, con toda probabilidad, incrementó el proceso de romanización (asimilación de la cultura romana en el territorio) de Egipto.

Esto trajo consigo importantes cambios que van más allá de la política o economía. También influyeron al arte tradicional egipcio. Todos estamos acostumbrados al estilo tan característico de los relieves y esculturas del país bañado por el Nilo. Es único en el mundo  y es por ello por lo que tanto nos llama la atención. Aunque ya los griegos habían ocupado políticamente Egipto desde la invasión de Alejandro Magno, apenas habían existido cambios en el arte egipcio.  Pero con los romanos se adaptan por completo al estilo de proporción y belleza greco-romano.

El cambio en el arte también afecta al mundo de las momias. Las máscaras funerarias, al estilo de la de Tutankamón, desaparecen. Son sustituidas por tablas pintadas donde se representa fielmente al fallecido. Tan fielmente que también hay retratos de niños. Estas tablas se conocen con el nombre de retratos del Fayum, territorio egipcio donde más se han encontrado estas representaciones. Estas pinturas perduraron desde el siglo I a.C. hasta el IV d.C.

Tabla que representa a un niño fallecido. Propiedad del Metropolitan Museum de Nueva York

El por qué se representara perfectamente a los fallecidos era debido a que gracias a estas pinturas serían reconocidos en el más allá. Se creía que el difunto debía recordar cómo se llamaba y quien era  con el fin de sobrevivir en el reino luminoso de Osiris. Gracias a este hecho se consideran los retratos pintados más antiguos conservados en el mundo.

Por lo general este tipo de obras se hacían para habitantes de origen griego influidos, tras varias generaciones, por la cultura y arte egipcio. Como ocurrió en el siglo XIX tras el redescubrimiento de las momias  por parte de Napoleón, la momificación llamó mucho la atención de los griegos de la antigüedad. Tanto fue así que acabaron practicando esta técnica milenaria como cualquier egipcio.

Los difuntos eran representados de forma ostentosa, a veces con ricos ropajes (cuando se veían más abajo de la cara) y ricas joyas. Por lo general estas tablas con la imagen de los fallecidos eran colocadas encima del vendado de las momias, justo encima del rostro. Actualmente es muy difícil encontrar alguna de estas tablas en su posición original, puesto que muchas fueron separadas del cuerpo para su exposición en museos.

También se han encontrado algunos sarcófagos con la cara pintada del fallecido, aunque son menos habituales. Se observan importantes cambios en el sarcófago. Suelen ser por lo general más sobrias que las tradicionales en Egipto. La mayoría de las veces solían incluirse en el sarcófago algunas imágenes donde se representaban a los dioses egipcios.

Hoy en día este tipo de tablas se pueden encontrar en museos de Egipto. Pero también en los principales museos mundiales. Algunos ejemplos son el British Museum (Londres), Neues Museum (Berlín), Louvre (París), Pushkin Museum (Moscú), etc.

Para saber más:

  • Baily, Jean-Christophe (2001) La llamada muda. Los retratos del Fayum. Madrid: Akal