Por David Lorenzo

El vino llegó a ocupar el espacio comercial que dejaría libre el azúcar. En los lugares donde era posible plantar viñedos se llegaron a arrancar cultivos de caña de azúcar y se ocuparon muchos campos reservados para el autoconsumo. En islas como Tenerife y La Palma se cometió el mismo error que en Gran Canaria: depender por completo de un cultivo. Esto obligaba a estas islas a comprar  alimentos de primera necesidad (cereales, etc.) a otras. Lanzarote y Fuerteventura, aprovechando esta coyuntura se especializaron en cultivar los cereales que hacían falta en otras islas.

Los primeros sarmientos de la vid fueron traídos del Mediterráneo. De ellos destacaba el  malvasía, que se convertiría en el producto de exportación fundamental del archipiélago. Se trata de un vino azucarado, de alta graduación, agradable al gusto y apto para su consumo como aperitivo. Destacaba por la admiración que tenía en mercados internacionales, sobre todo en el mercado inglés. Es en ese momento cuando se produce un considerable incremento de la demanda de malvasía, coincidiendo cuando las cepas desaparecen de Europa.

Las primeras cepas de vid llegaron al archipiélago inmediatamente después de la conquista. En un comienzo era utilizado para el consumo local. Hay que tener en cuenta que desde finales del siglo XV y durante el XVI el producto más cultivado en las islas era el de la caña de azúcar. En este momento el azúcar era un producto de lujo que solo consumían la nobleza y la realeza y por lo tanto un producto muy rentable.

La verdadera expansión del vino llega en el siglo XVII. La caña de azúcar era muy cara de producir en Canarias, para producirla se necesitaba mucha mano de obra (habitualmente esclava) y una gran extensión de tierras (limitadas en las islas). También mucha madera para calentar la melaza y extraer así el azúcar. Para todo esto (extensión, madera, etc.) eran mejor las tierras del Nuevo Mundo recién “descubierto” por Cristóbal Colón.

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Los conflictos internacionales afectaron enormemente al vino canario. La guerra de sucesión española supuso un antes y un después en  la venta de vino en el extranjero. El apoyo de Canarias a la dinastía borbónica redujo las exportaciones de vino hacia Gran Bretaña. Es en ese momento cuando los británicos empiezan a consumir vino portugués (fundamentalmente de Oporto y Madeira), por lo que la gran fama de los vinos portugueses se debe en parte a la crisis de exportaciones del vino canario. Esto favoreció al cambio de gusto entre las élites británicas y supuso el principio del fin del comercio de vino hacia Inglaterra.

Para 1730 el envío de vino a Inglaterra se había estancado. A partir de este momento empieza a perderse mercado de forma progresiva. La mayoría del vino era enviado a América, pero las quejas continuas de la Casa de Contratación de Cádiz dificultaba comerciar con el Nuevo Mundo.  A finales del siglo XVIII hay un ligero aumento del comercio, sobre todo gracias a las relaciones con Norteamérica. Pero nada volvió a ser igual. Para comienzos del siglo XIX casi desaparece por completo el comercio de vino al exterior.

Actualmente, y gracias a la calidad de las cepas y el cuidado en la producción, el vino canario ha recibido numerosos reconocimientos y galardones internacionales.

Para saber más:

  • Bethencourt, Massieu, Antonio (1991) Canarias e Inglaterra. El comercio de vinos (1650-1800). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria