Por Sofía Clavijo

Todos tenemos una canción que es la banda sonora de nuestra vida, algunas canciones que nos ponen nostálgicos, otras que nos recuerdan a nuestro primer amor, las que nos dan un subidón de energía y cantamos a todo grito en el coche… La música está presente en casi todos los momentos de nuestra vida. Tan importante es su papel para el ser humano que es un elemento fundamental dentro de todas las culturas del mundo.

La música es capaz de activar más zonas del cerebro que cualquier otro estímulo externo. Activa unas áreas cerebrales con las letras, otras con el ritmo e incluso con el tono. El simple hecho de aprenderte una canción y cantarla está exigiéndole a tu cerebro una actividad de aprendizaje muy laboriosa; pero no nos damos cuenta, porque asimilamos el proceso como algo lúdico y que hacemos por placer.

Si nos dan la letra de una canción y nos piden que la aprendamos sin escucharla, simplemente como si de un documento se tratara, tardaríamos casi el doble en aprenderla que si dedicásemos el mismo tiempo a escucharla y tratar de memorizarla. Algo cuanto menos curioso, que nos desvela uno de los poderes más asombrosos de la música: su grandeza como herramienta de enseñanza.

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La intención también cuenta…

En un estudio del Journal of Positive Psychology se confirmó que cuando los seres humanos escuchan la música teniendo la intención de ser más felices lo logran. Al escuchar música que nos gusta nuestro cerebro genera dopamina, ese neurotransmisor del que siempre hablo y que genera en nosotros bienestar y felicidad. Nos hace sentir capaces y nos permite percibir nuestro alrededor de una forma tremendamente positiva.

Tu predisposición a la hora de escuchar una canción influye directamente en la interpretación que vas a hacer… Y es que a todos nos ha pasado eso de estar sensibles y poner una canción que nos genere aún más nostalgia, ¿a qué sí? Pues esto también es beneficioso, ya que exteriorizamos nuestros sentimientos y desahogamos emociones que quizás de otra forma no podríamos expresar.

 

Musicoterapia ¡sí!

La utilización de la música como método terapéutico está reportando en los últimos años efectos muy positivos en diversos terrenos, como por ejemplo en el tratamiento del autismo infantil. Los niños con autismo mantienen intacta su sensibilidad musical, de ahí que la musicoterapia consiga hacerles mejorar notablemente en sus relaciones interpersonales y sociales.

En una investigación sobre el autismo infantil publicada en el Pertanika Journal se recoge que, tras 10 meses de terapia musical, los 41 niños mostraron una reducción del 50% en crisis de agresividad e inquietud física; unos resultados muy alentadores que invitan a seguir investigando sobre la musicoterapia y sus aplicaciones.

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Curioseando ando…

  • Si escuchamos música mientras hacemos deporte, el consumo de oxígeno es mucho más eficiente, se retrasa la sensación de fatiga y nos sentimos más capaces
  • En muchos hospitales se emplean las terapias musicales para reducir el dolor en los postoperatorios o disminuir el uso de medicación durante el parto
  • El 90% de las personas sienten escalofríos en la médula al escuchar ciertas canciones, una sensación que nos pone los vellos de punta y que es difícil definir con palabras
  • La música une. Tiene la capacidad de generar empatía entre aquellos que tienen los mismos gustos musicales. Muchas historias de amor comenzaron por una canción compartida…