Por Juan Manuel Pardellas

Charles Powell dirige el Real Instituto Elcano, uno de los laboratorios de pensamiento más influyentes en Europa. Acaba de presentar un comprometedor y valiente informe sobre el papel que España debe jugar en África, en solitario, sin perder de vista la situación de Canarias.

¿Qué cabe esperar de África en los próximos años?

Se ha puesto de moda decir que África es el continente del siglo XXI. Pienso que estas grandes afirmaciones, a veces, tienen más retórica que contenido real. Yo creo que tiene un gran sentido esa afirmación puesto que hacia el año 2020-30 o 2030-40, la población africana representará el 20% de la población mundial. En cambio, la europea se va a reducir un 6%, para que nos hagamos una idea. África tiene un enorme potencial y evidentemente tiene grandes retos, todos conocemos cuáles son: la gobernanza, y sobre todo, la equidad, cómo redistribuir la riqueza que se está generando en los países ricos en recursos, como Nigeria que es un ejemplo clásico. Pero también, y cada vez más, en países que no son ricos en recursos y que se están modernizando económica y socialmente a un ritmo vertiginoso. Por lo tanto, yo sí me creo, aunque tenga un contenido de eslogan,  este eslogan de África como el continente del siglo XXI.

Un continente prácticamente olvidado por España, quitando algunas excepciones, y con pocas implicaciones lingüísticas, cultural, económica, política… ¿Cómo darle la vuelta a este panorama?

Efectivamente, España, quitando en Guinea Ecuatorial, prácticamente no ha tenido casi presencia. Las universidades y empresas españolas hasta hace apenas 10-15 años habían estado ausentadas. El estado español se implicó en los años 1990-2000 a raíz del aumento espectacular de llegadas de inmigrantes irregulares en pateras e hizo un primer esfuerzo por tener una presencia, digamos estratégica, en África Occidental. Pero como digo, muy orientado a limitar los flujos de inmigrantes irregulares. Tenemos que ir mucho más allá, tenemos que ser mucho más proactivos y ambiciosos. Yo sostengo que España tiene grandes ventajas. Lo primero, lógicamente, su posición geopolítica; en segundo lugar, su ausencia de rémoras y conflictos coloniales que nos diferencia, por ejemplo, de Reino Unido, Francia y otros países. Y en tercer lugar, que ahora sí que España tiene ciertas instituciones y estructuras que pueden propiciar este cambio. Por ejemplo, tiene grandes empresas multinacionales con una capacidad económica potente, algo que no existía en los años 80-90. Por lo tanto, existe una posibilidad o una oportunidad. No estamos seguros de que España pueda aprovecharla, pero entendemos que esta es la gran oportunidad geoestratégica para nuestro país.

¿Con qué mentalidad debemos acercarnos a África?

Queríamos hacer una llamada de atención a las autoridades públicas, pero también a las empresas y sociedad civil. Es importante, en el sentido de que hay una cierta demanda de España en África. Cuando vamos allí a seminarios y reuniones, nos preguntan por qué no hay más presencia española; ellos la ven, y no sólo en América Latina, la ven también en Asia, en EE.UU, es decir, en mercados complicados. Por lo tanto, primero, una estrategia por parte de las autoridades públicas, una estrategia África polivalente que abarque situaciones muy diferentes en el ámbito de seguridad, económico, cultural, inmigración irregular, etc. No ha habido nunca una estrategia con ese nivel de ambición, y pensamos que es el punto de partida. Posteriormente, cada sector tendrá que desarrollar sus políticas sectoriales y sus instrumentos más adecuados para hacer frente a esos retos.

¿Qué le dicen los líderes políticos, sociales, institucionales… africanos respecto a España?

Pues lo que quieren es respeto. China está teniendo problemas en África, porque su desembarco ha sido brutal e irrespetuoso con las condiciones laborales, medioambientales y de derechos humanos. Es decir, ha sido una presencia sin condicionalidad ninguna. Por supuesto, eso ha beneficiado a ciertas élites autoritarias en estos países. Por tanto, lo primero que quieren de España es un trato menos asimétrico, sin paternalismos. En segundo lugar, lógicamente quieren inversiones duraderas, y nosotros les decimos que, a cambio, necesitan seguridad jurídica. En tercer lugar, hay demanda de España en el ámbito cultural. España tiene la segunda lengua más hablada del mundo, el castellano, y en África tienen interés por vincularse al mundo hispano-parlante porque también tienen la mirada puesta en América Latina. Es interesante cómo ha funcionado la relación entre Brasil y Angola, por motivos de afinidad cultural y lingüística. También piden a España que lleven a la ONU los problemas e inquietudes de los países africanos, y efectivamente, España se ha comprometido a algo muy difícil de hacer, como es actuar con esa sensibilidad con los problemas internacionales durante estos dos años que esté en el Consejo de Seguridad de la ONU. Eso es muy fácil decirlo, pero no hacerlo.

¿Qué papel debe jugar Canarias respecto a esa nueva estrategia de España en África?

Este es un nuevo relato sobre la necesidad que tiene España de mirar al sur. Canarias puede jugar un papel muy interesante, por su historia, trayectoria y emplazamiento geográfico, no solo con África, sino en la relación sur-sur entre África y América Latina.

Usted estudió la desclasificación de documentos americanos en la Transición, ¿en algún momento se citó Canarias y para qué?

Por supuesto. Qué casualidad que me pregunte eso, cuando me he pasado todo el fin de semana viendo materiales desclasificados, del año 78. El tema obsesivo de los americanos es la africanidad de las Canarias. Los americanos desplegaron todos sus recursos para evitar pronunciamientos a favor de la africanidad de Canarias por parte de las instituciones africanas del momento y por parte de gobiernos africanos concretos. Ahí funcionó extraordinariamente bien la sintonía hispano-norteamericana y es una pena que esto luego no se haya profundizado, que no se haya trasladado a otros ámbitos.

Si les preocupaba tanto, ¿por qué no instalaron una base norteamericana?

Los americanos nunca lo quisieron, fundamentalmente porque estaban contentos con lo que tenían. Rota ha resultado ser una extraordinaria base aérea naval, que colma sus expectativas, como se ha visto en estos últimos años a raíz del acuerdo del Gobierno Zapatero para traer aquí parte del escudo antimisiles. Además, sabían que no sería popular entre la población canaria la presencia de una gran base militar. Por lo menos en gran parte de la población canaria, eso ya suscitó rechazo en su momento. De hecho, he visto telegramas de los americanos que alerta Washington de los peligros que esto puede conllevar.

¿Cómo se gestiona desde el lado americano un posible interés de Marruecos por Canarias?

Como sabemos, tenemos el Sáhara enfrente, y eso les habría causado problemas con las autoridades marroquíes, que, en los años 70, los americanos querían evitar a toda costa. Hoy en día se ha devaluado la relación defensiva entre EEUU y Marruecos. Por eso los americanos estudiaron llevar a Marruecos el comando AfriCom, no lo han hecho, y no han dudado ni un minuto en fortalecer Rota. Así que los marroquíes pueden interpretarlo como un signo hostil por su parte. En el ámbito defensivo, la relación entre España y EEUU es más fuerte que nunca.