Por Salvador Aznar

Para conocer y sentir Lisboa, no basta con que visites sus peculiares y pintorescos barrios de la Baixa, El Chiado, Estela, Belém o Alfama, haciéndote fotos junto a sus monumentos y edificios más emblemáticos. Adentrarse de una manera más auténtica en el sentir de esta ciudad y de sus habitantes, implica que el viajero esté dispuesto a recorrer y sumergirse entre las tabernas y restaurantes de los barrios visitados. Especialmente esos que parecen envueltos entre las notas musicales de los lánguidos y célebres fados para dejarse seducir por los aromas y paladares de deliciosos platos tradicionales, acompañados por un buen vino del país.

Foto: Salvador Aznar
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El vino verde, un caldo joven, fresco y de tonos dorados que debe su nombre al color del paisaje que rodea a los viñedos, el Oporto o vinho do Porto, criado y elaborado en la cuenca del río Duero al norte del país y el vino de Madeira, fermentado con brandy, son sin duda los tres vinos portugueses más conocidos en el mercado internacional. Aunque, últimamente, las excelentes producciones de vinos del Alentejo, Douro o Ribatejo, así como los moscateles rojos de Setúbal y otros exquisitos caldos, están cada vez más presentes en las modernas vinaterías y establecimientos de restauración de la ciudad. Tal vez propiciado e inducido por la afluencia de un nuevo tipo de visitante que gusta de disfrutar y compartir su tiempo de estancia en el país, interactuando con la cultura y las costumbres locales. Un turismo que prefiere adquirir y consumir los productos de la tierra en las tiendas, comercios y mercados locales para, de esta manera, conocerlos de primera mano más allá de lo que se le suele ofrecer en los hoteles y restaurantes tradicionalmente destinados al turismo más convencional y de masas.

El consumo de postres y dulces, recordemos los famosos pasteles de Belém, es también una importante tradición en las mesas lisboetas y portuguesas en general. Los moscateles y vinos dulces, producidos en las diferentes comarcas vinícolas del país, son muy apreciados y adecuados para disfrutar de estos exquisitos postres y platos de sobremesa.

Foto: Salvador Aznar
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Portugal ha sido históricamente un gran productor de vinos y en los últimos años, la antigua producción con cepas autóctonas que se maduraban y trabajaban en su entorno natural de forma tosca y tradicional, se ha ido transformando en una producción más refinada, que sorprende con una excelente selección de vinos, blancos, rosados y tintos. Posicionada entre los diez países con mayor producción de vinos del mundo, Portugal, a pesar de su reducidas dimensiones geográficas, comercializa amplia y variada gama de vinos, producida en las tres principales comarcas vitícolas continentales: las tierras del norte, que bordean el río Duero, la zona central o de Ribatejo, entre los ríos Duero y Tajo y la de Alentejo, al sur del territorio. A estas tres importantes zonas de producción vitícola, hay que añadirle los territorios insulares de Azores y Madeira.

Foto: Salvador Aznar
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También es notoria la producción de ginebras, ponches y licores, algunos de ellos tan populares y conocidos como la Ginjinha, un aguardiente realizado con guindas, muy típico de Lisboa.